Relaciones de viajeros
32 ESTUARDO NU1'1'EZ las tropas patriotas están en posesión de Lima. Bolívar ha nom– brado gobernador a Solar. Diciembre 7.- Ayer el señor Rowcroft y su hija vm1eron de Lima y almor· zaron a bordo. Lamentablemente vestía el uniforme de la caballe– ría de la ciudad de Londres, un cuerpo en el cual había sido an– teriormente m~yor, y como su vestido no era muy diferente al de un oficial español, se le aconsejó partir temprano de regre– so a Lima. Sin embargo, no dejó la nave hasta las 5 de la tarde y cuando se presentó al Castillo a solicitar el pase a Rodil, éste le informó el grave riesgo que iba a correr, agregando que era peligroso viajar de noche, y que por lo tanto tenía reluctancia de darle el pase. Sin embargo el señor Rowcroft insistió y finalmen– te se le dio el salvoconducto. Mucho después de la puesta de sol y antes que saliera la luna, llegó a una avenida de árbo– les llamada la Alameda, cerca de la ciudad. Al ser detenido en el puesto 'de avanzada por un oficial colombian() estacionado detrás de los árboles, salió del coche y montó a caballo el se· ñor Rowcroft, y sin dar respuesta galopó hacia el grupo pensan· do que lo reconocerían más fácilmente. El oficial ordenó enton cés a sus hombres abrir fuego y una bala le atravesó la mano izquierda e ingresó al abdomen por el mismo lado. Volvió al co– che y subiendo le dijo a su hija, que había recibido una herida sin importancia en la mano. Ella le vendó la mano lo mejor que pudo y lo trajo de vuelta al Callao a casa del señor O'Brian. Se despacho de inmediato un bote al Cambridge haciendo venir a los señores Cunningham y Houston, quienes después de examinar la herida la declararon mortal. Pasó una noche muy inquieta pe– ro a las nueve de la mañana del siguiente día se sintió mucho mejor y expiró luego sin ninguna convulsión. Aunque debió cono– cer su grave situación, no dio la más leve señal de ello, sino que al contrario conversaba con su acostumbrado buen humor y ale– gría. Esta noche su hija regresó al Cambridge; los cirujanos que abrieron el cuerpo del señor Rowcroft expresaron que su apa– riencia interior indicaba un estado de perfecta salud y que hubie· ra podido vivir muchos años. Dijeron que nada podía igualar la tranquilidad mostrada en sus últimos momentos de vida y que finalmente expiró sin dolor ni convulsiones.
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