Relaciones de viajeros

48 ESTUARDO NU~EZ de veinticuatro libras. Tan pronto como se les pueda traer para acción contra los fuertes, el ganado deberá ser alimentado dentro de esos fuertes del stock de heno que Rodil ha estado recolectan– do para tal propósito desde hace unos meses. Marza 17.- Hoy día desayuné a bordo del Blande cuando vi al señor M. hacer su experimento sobre la humedad de la atmósfera. A las nueve a.m. el termómetro marcaba 72'! al aire libre y el rocío se precipitaba en el recipiente cuando el termómetro descendió a los 69º, probando que la atmósfera en este clima, donde nunca llue– ve, está siempre en el punto de lluvia o rocío. Lord Byron me di– jo que, al contrario, la atmósfera de Valparaíso había sido la más seca que habían experimentado, marcando el termómetro cerca de seis grados. Además de ese instrumento el señor M. mostró al Capitán y señora Maling, y a mí mismo, la más ex– traordinaria colección de instrumentos matemáticos y astronó– micos que el Gobierno le había proporcionado. El Capellán me mostró su colección: dos estupendas cajas de mariposas que había obtenido en Río de Janeiro, dos collares de plumas, como las de los jefes de Otahiti, que le fueron donadas por los habi– tantes de las islas Sandwich, y que llevan a su país; un manto grande de jebe, un sapo seco de extraordinarias dimensiones que compró en Río. Creo que su longitud no es menos de un pie; la colección que ha hecho de aves y conchas fue recolectada en Val– paraíso y en la isla Santa Catalina, un poco al sur de Río de Janei– ro. Durante nuestra estadía a tordo del Blande, vino Villarsón, el ayudante de campo de Rodil, con la respuesta de éste a la soli– citud del capitán Maling para permitirle que desembarcara junto con Lord Byron, expresada en términos de una cortés negativa. Villarsón parecía de buen humor y estaba muy comunicativo. Le hice varias preguntas, particularmente sobre la situación de la guarnición del Callao, con respecto al agua. Respondió que había en abundancia: tres fuentes dentro de la fortaleza principal y otros dos en la población, las que eran suficientes tanto para la tropa como para los habitantes, y que los independizaba de cual– quier provisión del Rímac. Negó que Bolívar hubiera cortado el ca– nal del Rímac o que sus soldados hubieran arrojado sal en la lagu– na en el camino a Lima. No pudimos menos que sentir gran ad* miración por el valor con que Rodil había continuado defendién– dose en este pequeño lugar de la tierra, encerrado por mar y tie-

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