Relaciones de viajeros

1 8 2 6 Enero 26.- Partimos de Valparaíso y el 5 de febrero nos encontramos nuevamente en el N.O. de la Isla de San Lorenzo, ligeramente al nor– te de nuestro antiguo anclaje; estábamos maniobrando de regreso hacia Chorrilos, al que habíamos pasado durante la noche, cuan– do a las doce del día el vigía avisó que veía los Fuertes del Ca– Jlao a la distancia y la bandera peruana flameando en uno de ellos. Se comunicó de inmediato la noticia al capitán quien su– bió a cubierta para verificarla y siendo de la misma opinión se dieron órdenes de virar hacia el Callao. Al bordear la Isla de San Lorenzo, la totalidad de la Fortaleza y la población del Callao, apareció a nuestra vista, confirmando nuestras suposiciones. e veía claramente la bandera peruana ondeando en el aire sobre la fortaleza subyugada, y, con su caída se habían desvanecido las úl– timas esperanzas de España de reconquistar sus colonias. Pronto nos enteramos que los fuertes se habían rendido el 24 y que Ro– dil estaba a bordo del Briton, ahora en el puerto. Febrero 7.- Esta mañana desembarqué en el bote de aprovisionamiento para regocijar mi vista en la población del Callao, devuelta a los peruanos, y para verificar los daños causados por un sitio de quin– ce meses. Primero me dirigí a la fortaleza, en la que anteriormen– te había visto a las tropas de Rodil ejercitándose con todas las pompas y circunstancias de la guerra. Las murallas y edificios mostraban mucho menos marcas de balas enemigas, de lo que esperé encontrar, y no parecía estar dañado seriamente en nin– guna parte. Accidentalmente me puse en contacto con un oficial peruano, el que muy amable me llevó a ver las casasmatas. Consistían en tres largos salones que corrían lado a lado, con arcos de piedra: uno de ellos era usado como prisión, el otro guardaba

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