Símbolos de la patria

160 GUSTAVO ' PONS MUZZO tuoso de su composición musical, con carencia absoluta de palabras; pero si a la composición musical acompaña la literaria, será cosa dig– na de todo elogio que las ideas que contenga se amolden más a los elevados conceptos de que están imbuidos el himno de los. bóers y el himno de los Estados Unidos, que a las jactancias pueriles de valor o de fortuna, que en el campo de los hechos suelen correr mil difíci– les vicisitudes.» Respeto el criterio del señor Pérez de Guzmán sobre éste y otros puntos de su artículo; pero no puedo ni debo dejar sin refutación aquéllo que contradice la veracidad o exactitud de mis datos. Ignoro a qué fuentes de consulta histórica habrá acudido-el señor Pérez de Guzmán para contradecirme. El autor del artículo en que me ocupo parece ignorar que cuan– do, a principio de julio de 1821, abandonó Lima el Virrey La Serna, dejó las Fortalezas del Callao con pequeña guarnición a cargo de La Mar, y que desde agosto las tropas de San Martín, posesionadas de la capital, establecieron el sitio, que duró casi mes y medio. El Gene– ral Canterac emprendió marcha con una división, desde el valle de Jauja, para proteger a los sitiados; pero estando ya a inmediaciones del Callao efectuó una desastrosa retirada, que bastó para desalentar a los de las fortalezas y que hizo precisa la capitulación. Si al señor Pérez de Guzmán se le despierta curiosidad por co– nocer detenidamente este episodio de la guerra separatista, le reco– miendo la lectura del San Martín, libro de gran interés histórico, del cual es autor el General Bartolomé Mitre y que existe en la Biblio– teca de Madrid. Allí encontrará noticias que no se diferencian de las mías sobre el himno nacional y pormenores sobre lo que en la his– toria de mi Patria se conoce con el nombre de primer sitio del Callao. Después de la capitulación ajustada por La Mar, en septiembre de 1821, permanecieron los castillos enarbolando la bandera republica– na hasta 1823, en que, por cuestión de falta de pagas a la tropa, se sublevó el sargento Moyano, y vino Rodil a encargarse del mando del C~llaó y sus fortalezas. ·Los errores en que ha incurrido el señor Pérez de Guzmán vie– nen de· que, para él, no ha habido más sitio del Callao que el segun– do, en que capituló Rodil. Y aún en esto anda mal de noticias el es– critor hispano, pues nos cuent~ que entre la Batalla de Ayacucho Y la capitulación de Rodil transcurrió medio año, pues ·consigna que es– ta capitulación ·se ajustó el 23 de enero de 1825 (lo que equivaldría a cuarenta y cinco días después de Ayacucho) en vez del 23 de enero de 1826, esto es, después de trece meses de estar diariamente que-

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