Símbolos de la patria
SIMBOLOS DE L~ PATRIA 193 "Los miembros que suscriben proponen: que el Club Literario "de Lima, abra un concurso para el 28 de julio de 1874, con el objeto "de reformar las palabras del Himno Nacional. "Los concurrentes se sujetarán a las r~glas siguientes: 1 Q la le– "tra reformada se adaptará por completo a la música del maestro "don B. Alcedo; 2 9 conservarán en cuanto sea posible las ideas y ex– "presión del himno actual, suprimiendo los defectos que estimen co– "mo tales y dando a las estrofas una dicción propia para que la ge– "neralidad pueda conservarlas fácilmente en la memoria". Ei espíritu de .esta proposición fue objeto de algunas explica– ciones, por part~ de sus autores, en la sesión en que se discutió; y la proposición fue al fin aprobada, por unanimidad, en la Junta Direc– tiva. En seguida se nombró al señor doctor don José García y Gar– cía para que redactara el programa de las formalidades con que de– bía realizarse el concurso. Este socio aceptó y llenó su cometido, apro– bándose las bases del concurso redactadas por él, en sesión de fines de setiembre último. Cuando, pocos días después, se publicaron estas bases en los diarios de la capital, algunos de ellos manifestaron, de una manera más o menos directa, en su sección de crónica, que el pensamiento que trataba de realizar el Club no merecía su completa aprobación y no faltó la censura de algunos anónimos en los mismos diarios. La letra de la canción nacional es de D. Juan de La Torre Ugar– te, natural de lea. La señora doña María de La Torre Uga.rte de Hurtado, su hija, manifestó también por medio de la prensa, el desa– grado con que veía la pretensión de reformar la obra patriótica y li– teraria que con justicia reputa un título de gloria y consideración para su familia. Aparte de esto, numerosas han sido, en los círculos privados, las observaciones que hemos recogido personalmente y aunque se ha reconocido, por lo general, la sinceridad de nuestra intención, se nos ha objetado siempre, como consideración suprema e irrefutable, la sanción del tiempo y de dos generaciones, dada ya a una obra que no puede ser destruida sino con la tradición misma. El estudio parti~ular con que a primera vista se nota que está redactada la proposición reproducida más arriba, revela por sí solo, señor Presidente, que preveíamos las resistencias y desfavorables comentarios que ocasionaría la iniciativa del pensamiento propuesto. Los términos de la proposición revelan también todo el respeto con que, en nuestro concepto, d~be mirarse cuanto se relaciona con la historia de nuestra independencia política, lo prueba el mismo hecho de convocar a todos los talentos del país para reformar una obra li-
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