Símbolos de la patria
228 GUSTAVO PONS MUZZO DICTAMEN DE LA COMISION ÉNCARGADA DE EX.AMINAR LA RESTAURACION HECHA POR DON CLAUDIO REBAGLIATI Señor Director de Gobierno: La Comisión encargada de examinar la restauración hecha por el maestro don Claudio Rebagliati del himno peruano, antes de decidir si el trabajo de éste es aceptable, acatando ante todo el Decre– to del Señor Ministro de Gobierno en el cual se dispone "que es nece– sario conservar el himno patrio auténtico y puro tal como lo produ– jo la inspiración del maestro que lo compuso", resolvió hacer las indagaciones necesarias para hallar algún ejemplar auténtico de la canción nacional. Si este ejemplar se encontraba, la restauración del señor Rebagliati no tenía razón de ser; si el ejemplar no parecía, en– tonces debería procederse a estudiar el trabajo del maestro citado. En consecuencia, el Secretario de la Comisión pasó nota al señor Secre– tario de la Municipalidad pidiéndole que se hiciera un minucioso re– gistro en el archivo de esta institución para ver si existía allí algún ejemplar de la genuina canción de Alcedo; dirigió otra al señor Bren– ner, quien, lo había dicho, poseía la auténtica canción del Perú; y además se hizo un llamamiento por el diario EL COMERCIO a todos aquéllos que pudieran contribuir a dar luces sobre el punto en cuestión. El Secretario de la Municipalidad respondió que después de un minu– cioso registro nada se había encontrado en su archivo; el señor Bren– ner nó se ha dignado responder; y al llamamiento hecho en EL CO– MERCIO contestó el señor Delboy enviando un ejemplar del himno peruano arreglado para piano con dedicatoria manuscrita de don José Bernardo Alcedo. Además, el señor Francisco Filomeno, anti– guo profesor de música en el Perú, remitió también una cartina que, según asegura, es el puño y letra de Alcedo, y que contiene única– mente la melodía de la canción nacional; melodía enseñada a cantar por el mismo autor al referido maestro Filomeno. Reunida la Comisión y hecho el examen de las piezas enviadas a ella, resultó que el manuscrito del señor Delboy no ha podido jamás ser composición verdadera de Alcedo, porque contiene tales errores de armonización y tan caprichosos e inoportunos giros melódicos, que– es forzoso convenir en que el maestro Alcedo firmó la dedicatoria de un ejemplar que no había sido revisado por él. Aceptar lo contrario nos llevaría a la conclusión absurda de que el señor Alcedo no cono– cía los rudimentos de la composición musical, lo cual es a todas lu– ces inexacto desde que tenemos magníficas e irrecusables muestras de la maestría e inspiración de Alcedo en sus diversas producciones, y en sus notables misas, sobre todo. Desechado unánimemente el
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