Símbolos de la patria

262 GUSTAVO PONS MUZZO del Jurado a fin de sostener sus opiniones y vencer de todos modos, aduciendo razones que sus colegas no desoirán. Pero negar su contingente valiosísimo el literato maestro, cuando se trata de un delicado asunto; no querer que su nombre se mezcle en esa forma impuesta por una necesidad generalmente sentida, y exponer a la autoridad suprema a que quizá tenga que vers€ .pre– cisada a designar personas muy. reputadas por su talento y su vasto saber, pero que no miden lOs- púntos de prestigio y de universal renombre del ilustre director de nuestra Biblioteca Nacional, para poder dar a la reforma la seriedad conveniente, es algo que no tiene explicación. Por lo mismo es para mí seguro que, cuando lea estos renglones que le llevan la confidencial noticia de que su renuncia no ha sido aceptada, tendrá usted que variar su propósito, resignarse a la tarea en cuestión. No carece ella de espinas, bien lo sé; pero a la larga vendrá a ser dulce para su corazón de peruano cooperar al fin plausible que ha movido al supremo gobierno. A la obra, pues, mi noble y muy querido amigo; y que tenga el país que agradecer esta nueva muestra de patriotismo puro al que, con sus altísimos dotes y su voluntad inquebrantable, le ha consagrado todos sus desvelos. Estrecha a usted la mano, a la dis– tancia, el primero de sus admiradores cariñosos, último de sus amigos humildísimos. Gamio Í Lima, 26 de noviembre de 1901. Se~or doctor don J. Ignacio Gamio. Mi muy bondadoso amigo: De la lectura de su amabilísima carta de hoy deduzco que en el supremo gobierno hay buena voluntad para ampliar las atribu· ciones del Jurado, que, según el decreto primitivo y el de la desig.. nación de jueces, no nos facultaba más que para fallar sobre el mérito de las composiciones. Siéndole, pues, ahora lícito al Jurado resolver sobre la subsistencia o insubsistencia del coro, no tiene ya razón de ser la renuncia formulada por su amigo afectísim9. R. Palma. Raygada.- ob cit.- págs. 68-69

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx