Fénix 1, 104-120

teman las Parcas, respete el Hado, viendo a su lado la rectitud (22). Cierto es que las amarguras de su existencia fueron suavizadas por el cá- lido amor de la mujer. Pero difícilmente puede entreverse, a través de sus representaciones, cuándo traduce sus propias vivencias. ¿De sí mismo podría decir lo que atribuía a sus personajes poéticos? LESsu amada aquella pas- toril Glicera a quien parece ofrendarle su devoción? ¿Aquella de cuya feii- cidad parece ser testigo? Hoy tierno amor recíproco te liga a tierno esposo; él es por tí dichoso, dichosa eres por él: jamás la vil discordia turbó la paz entrambos, siempre gozásteis ambos de amor el más fiel ( 23 ) . Ignoramos si fué su amada la beldad a quien atribuye los encantos de la aurora (24); la alegre coquetuela en cuyos labios vió anunciarse el placer ( 25 ) : o si fué, tal vez, una armónica síntesis de las cualidades inherentes a tales tipos de mujer. Algo sabemos de los hijos nacidos a la vera de la primera unión -José Isidoro, Pedro y Manuela-, pero muy poco dicen las voces del pasado acer- ca de los que nacieran bajo las auturnnales ternuras del maestro -José Se- gundo, Rosa Josefa Juliana, Angel Ricardo, Manuel Octavio, Juan Francis- co, Manuel Aurelio y José Marcos-. Se nos anuncia la existencia de José Isidoro Pérez de Vargas, por ejemplo, cuando su propio padre lo presenta a examen en 1829 (26) o lo hace apadrinar el bautismo de Manuel Aurelio en 1842 (27): cuando adopta la carrera de las armas y, al producirse la con- solidación de la deuda interna, obtiene el reconocimiento de 3993 pesos y 2 reales, por sueldos no abonados; o cuando una inscripción sepulcral nos ha- (22).-Véase (78. (23).-Véase (37, (24j.-Véase (47: ''Himno a la aurora", trascrito en la antología que forma la cuarta parte de este estudio. (25).-Véase (90. (26).-Vase (9. (27).---Conste en la correspondiente partida de haustirno, trascrita en el apéndice Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.1, enero-junio 1944

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