Fénix 1, 104-120
Román, transformada con el andar del tiempo en un depósito de vinos y aho- ra parte del área destinada al nuevo edificio de la Biblioteca Nacional. El lector negligente no necesita saber que mi simpatía hacia José Pérez de Vargas nació al conocer que fué maestro del general José Rufino Echeni- que, cuya biografía intento completar, tras de haber identificado la influen- cia que el maestro pudo ejercer sobre el alumno y haber esclarecido las cir- cunstancias que rodearon su primera educación. Ya he descubierto, entre otros hechos de interés: lo, que el general José Rufino Echenique estudió en el Colegio del Príncipe, al cual fué destinado en atención a que su padre era cacique de Capachica; 2 9 , que la maestría lingüística y el humanismo de Jo- sé Pérez de Vargas formaron un entrañable sedimento en el espíritu de Jo- sé Rufino Echenique y, en los contrastes que sufrió, pudieron presntársele co- mo oposición a las pasiones políticas, o como su sedante; 30, que sus triunfos políticos y militares no apagaron la vocación literaria que Josk Rufino Ei',che- nique demostrara en su primera educación, cuyo recuerdo acentuó su aparta- miento de ciertas vanidades exteriores, y hacia la cual se inclinara nuevamen- te en sus últimos anos, cuando emprendió la redacción de sus memorias. 1: NOTICIA BIOGRAFICA José Pérez de Vargas nació el 19 de marzo de 1776 en Massa de Carra- ra, quieta ciudad de Toscana, la región donde es más bella y cantarina la len- 1'. gua en que 11 si suona". Fueron sus padres Francisco Pérez de Vargas y Catalina Flora Guerra, quienes tal vez viajaron a Italia para cumplir alguna póstuma disposición del padre José Pérez de Vargas, aquel provincial de los jesuítas a quien tocó cum- plir el mandato de destierro dictado contra su orden por el rey Carlos 111 ( 1 ). (l).--A un genealogista de buena voluntad sugiero el interés que podría tener el estudio del "árbol" corespondiente a José Pérez de Vargas, pues muchos varones ilustres están en- troncado~a la familia de este nombre. Por ejemplo: "Yo me acuerda haber leido que un caballero español llamado Diego Pérez de Vargas, habiéndosele en una batalla roto la espa,da, desgajó de una encina un pe- sado ramo o tronco y con él hizo tales cosas aquel djia y machacó tantos moros, que le que- d i por sobrenombre Machuca, y así 61 como sus descendientes se llamaron desde aquel día en adelante Vargas y Machuca" -dice Don Quijote en una de las pláticas sostenidas con su escudero. Y nuestro Inca Garcilxo de la Vega lo menciona cuando se dirige a Garci Pérez de Vargas, haciéndole h un tu al relación de su ascendencia "para que se vea de qué manera son vuestros mis abuelos". De donde vendria a deducirse que el maestro José Pérez de Vargas heredaría una glo- riosa tradición literaria, en cuyos fastos se encuentran las églogas del vate toledano, los "co- mentarios" del cronista cuzqueño, y otras piezas tan brillantes como las "copas" y las "se- rranillas". -En cuanto respecta al padre José Pérez dz 'largas, véase: R. P. Rubén Vargas Ugarte S. J.: "Jesuítas peruanos desterrados a Italia", Lima, sin p. de id., 1934 (págs. 85-90). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.1, enero-junio 1944
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