Fénix 1, 104-120

Día a día observa los movimientos de las fuerzas que combaten contra los ejércitos libertador;.~,y los cambios que se producen en el espíritu de las gentes. Hasta que el general San Martín ocupa la capital -que pocos días antes había sido abandonada por el virrey Pezuela-, proclama la indepen- dencia y, para asegurarla, procura extirpar las malsanas influencias del an- tiguo régimen. Se remozan las instituciones, nuevos slgnos presiden el des- tino de las cosas y, desde entonces, el Colegio del Príncipe se convierte en Colegio de la Libertad. En el fondo, el Colegio de la Libertad no adquiere una nueva esencia. Continúa siendo un colegio para hijos de caciques; conserva tres aulas de la- tinidad y primeras letras: y el maestro José Pérez de Vargas sigue regentan- do la tercera aula, pues la transformación política del país no lesiona el res- peto hacia la competencia profesional, ni la dedicación al cumplimiento del deber. Pero ha de ser muy efímera la nueva existencia del Colegio, porque su local ha sido parcialmente adjudicado a la Biblioteca Nacional, y sus au- las tienen que funcionar en diversos lugares; porque su organización no co- rresponde a los progresos que la enseñanza va adquiriendo. José Pérez de Vargas planea, ya, la necesaria reforma de la enseñanza del latín. Y tal vez la propone al gobierno, después de la rotunda victoria alcanzada en la batalla de Ayacucho, empleando como intercesor al ilustre don Hipólito Unánue -hombre de ciencia e indiscutible patricio, que, duran- te la ausencia de Bolívar en el Alto Perú, ocupa situación prominente en el gobierno-. Tal vez propone su plan de reforma a Hipólito Unánue, en cum- plimiento de las obligaciones que se le han señalado, al confiarle la inspección general de las escuelas de primeras letras y latinidad. Y, por decreto del 20 de setiembre de 1825, se decide la creación de un Museo Latino, que se ins- tala en la "casa de la Cascarilla" o "enfermería de San Pedro", y cuya di- rección se le confía al maestro José Pérez de Vargas. Con solemne ceremonia se inaugura el Museo Latino. al comenzar el año 1826. Y en su curso aprecia el público una elegía "que sería bastante para dar a conocer al director del Museo, si él no fuera conocido tan de antema- no por sus muchas composiciones de este género ( 1 3 ) . E.; una elegía en cu- yos versos se complace del "nuevo brillo" que las "luces" adquieren, al ser animadas por el aliento protector de la paz, y hace votos por que "cerrado de Jano el templo" sucedan ya las letras a las armas, el comercio florezca, el nuevo mundo centro sea de las artes y las ciencias. Por aquellos dias publica "El Vaticinio" ( 14 ) , poema donde canta la vo- luntad heroica de Bolívar -el "Febo peruano"--, que ha retornado a Lima Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.1, enero-junio 1944

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