Fénix 1, 19-27
y de inmediato cruza cruza montañas con botas de siete leguas, vence a los gigantes y aniquila al dragón que lanza llamas. Y toda esta excitaciipn le es saludable pues corrige muchas desdichadas tendencias de la vida moderna; el ritmo de nuestra época crea un ambiente de excitación mórbida y vulgar que estimula la precocidad y tiende a tornar al niño más sofisticado aumen- tando la tensión en que vive. El cuento de hadas desempeña un rol importantísimo en la preparación del niño para apreciar la buena literatura cuando llegue a edad mayor. iCó- mo podrá el pequeño valorar el encanto de los grandes poetas si no se ha fa- miliarizado con los bosques misteriosos, los castillos solitarios, los animales y pájaros que figuran en los cuentos de hadas? Ellos le dan la oportunidad para absorber, aunque sea de manera inconsciente, el sabor y la atmósfera de otros países y para conocer mejor a sus semejantes; hoy más que nunca, con todo el mundo en guerra, con tanta falta de comprensión en todas par- tes, es evidente la necesidad de este tipo de educación. Esta profunda pe- netración en el esfuerzo por conocer al hombre, este interés hacia el próji- mo, este deseo por llegar a ser un buen ciudadano del mundo, cultivan a su vez cierto sentido humorístico en la contemplación de la realidad y así se aceptan las debilidades humanas con caridad cristiana. El folklore debe ser, por consiguiente, la primera y verdadera literatura que se ofrezca al niño, como es la primera literatura que registra la raza humana en su infancia. No carecen estos cuentos, de fines didácticos, ofrecen una enseñanza moral efi- caz que nunca llega a los sermones porque presentan la moraleja artística- mente y con gran fuerza, en forma facil de ser comprendida por la mentali- dad infantil, como lo fué para la raza, en la infancia del mundo. Por ello los cuentos de hadas han tenido y seguirán teniendo siempre tanto éxito. Por último, el niño no solamente goza con la trama del cuento sino tam- bién con las palabras mismas. Así lo comprueba Unamuno: "El lenguaje mismo era un juguete, jugábamos con él. Una palabra nueva excitaba nues- tra alegría, lo mismo que el encuentro de nuevo bicho, aunque en general nos burlábamos del que afectase hablar bien". (Unamuno, Miguel de. Re- cuerdos de . . . p. 44 ) . Por esta misma razón el niño se deleita con el sonido rítmico y agradable, con el puro valor musical de "Los maderos de San Juan" inmortalizados en los versos de José Asunción Silva. ". . . Y aserrín aserrán los maderos de San Juan, piden queso, piden pan; Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.1, enero-junio 1944
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