Fénix 1, 46-86
La imaginación de Talamantes, mientras tenían lugar todos estos de- bates, era un volcán. Ordenó a su escribiente que copiara lo mejor posible el primer opúsculo que tenía ya perfectamente ordenado "Representación Nacional de las Colonias", firmándolo con el seudónimo de Toribio Marceli- no Fardanay, añadiendo en algunas de las copias: "Discurso filosófico, de- dicado al Ayuntamiento de la M.N.M.L.I. e Imp. Ciudad de México, capital del Reyno" por Yrsa, verdadero patriota'. LO hizo leer a varios de sus amigos y mandó al Ayuntamiento una co- pia. Era sencillamene una disquisición exponiendo los casos en que las colo- nias podían legítimamente separarse de sus metrópolis, caso en el cual se ha- llaba precisamente la Nueva España. El Ayuntamiento recibió la comuni- cación de Talamantes. Sus miembros sabían que era suya, aunque apareció con seudónimo. Pero como los grupos antagónicos aún no habían decidido nada, tomando el pretexto de que "el papel' era anónimo, rompieron el pro- yecto del mercedario. Mientras tanto é1 seguía planeando nuevos proyectos. Sti escribiente recibió orden de copiar con todo cuidado un manuscrito más atrevido aún que el anterior. Se trataba de un plan de independencia perfectamente tra- zado, en el cual campeaba ya a todas luces la "soberanía del pueblo". "Con- greso Nacional del Reyno de Nueva España. Expónease brevemente los graves motivos de su urgente celebración, el modo de coilvocarlo, individuos Que deben componerlo, y asuntos de sus deliberaciones". Como el anterior, iba dedicado al Ayuntamiento y firmado por Yrsa, verdadero patriota. Y dentro de este plan contemplaba también las posibilidades de comercio e in- dustria y el perfecto intercambio de las distintas partes de América entre sí, abarcando sus proyectos hasta las Filipinas, que consideraba debísn niante- nerse "unidas a nosotros". Mas al ver que Iturrigaray, no obstante los requerimientos que los crio- llos les habían hecho para que convocara la Junta, no parecía dispuesto a acceder a este pedido, escribió al Brigadier Roque Abarca, Gobernador e Intendente de Guadalajara, tratando de interesarlo por el plan, creyendo sin duda, que a falta del primero, Abarca podría servir para apoderarse del po- der y convocar la tan anhelada Junta. Llevó luego el plan donde el Fiscal de lo Civil en la Audiencia de Mé- xico, don Ambrosio Sagarzurrieta, que era amigo suyo: pero el 27 de agosto anterior, el Santo Oficio, alarmado ante tantas novedades, había declarado herética la proposición sobre soberanía del pueblo. Y don Ambrosio, pru- dentemente, al regresar al día siguiente Fray Melchor, le dijo que si no que- ría entregarla él mismo al Inquisidor debía destruírlct en su presencia, por- que había encontrado en su obra algunas proposiciones relativas a la Sobe- ranía del Pueblo. Destruído el temible plan l!egó a casa del Fiscal el Inqui- sidor Decano don Bernardo Prado y Ovejero, a quien Sagarzurrieta refirió lo que había acontecido pocas minutos antes, mostrándole los pedazos de pa- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.1, enero-junio 1944
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx