Fénix 1, 46-86

Crecían los rumores. Se decía que los criollos pretendían proclamar rey a Iturrigaray y que Azcárate lo había propuesto al Ayuntamiento. Pero los gachupines fueron más decididos. En la medianoche del 15 al 16 de septiem- bre, don Gabriel de Yermo, rico hacendado cañavelero español (20), enca- bezaba el movimiento de oposición al gobierno de Iturrigaray, y después de haber sobornado a la guarnición de Palacio, reducía a prisión al Virrey y a su familia. López Cancelada, enemigo encarnizado de éste último, a quieri acusaba de connivencia con los criollos, dió más tarde alegremente la noti- cia en esta forma: "Fueron presos el Virrey, sus hijos, su esposa, el secre- tario de Cortes, don Rafael Orlega, dos regidores, un fraile y dos canóni- gos". El fraile a quien se refería era Fray Melchor Talamantes (21). El golpe fué dado tan rápidamente que a las cinco de la mañana --dice un testigo presencial- estaban ya los presos en sus respectivas prisiones (22). Como suprema ironía, no obstante que la Inquisición -que veía satis- fecha el golpe de Yermo-había declarado herejía hablar de la soberanía del pueblo, apareció en las esquinas de la capital -y luego en la "Gazeta de Mé- xico"- la proclama del nuevo gobierno concebida en estos términos: "Habi- tantes de México de todas las clases y condiciones: la necesidad no está su- jeta a leyes comunes. El Pueblo se ha apoderado de la persona del Exmo. Señor Virrey: ha pedido imperiosamente su separación por razones de uti- lidad y conveniencia general. . . " Mas para que no quedase lugar a dudas acerca de quienes habían dado realmente el golpe, al día siguiente se leía en la "Gaceta de México": "La Nueva España sabrá con el tiempo lo mu- cho que debe a todo el comercio de México por esta acción, la qual se ejecu- tó sin efusión de sangre: sin maltratar a nadie. Así se sabe portar la Juven- tud española para esterminar a los malvados y proteger los hombres de bien" ( 23 ) . (20).-Yermo tenía especial enemistad a Iturrigaray porque al llegar éste de Virrey se encontró, que siendo Yermo contratista de carnes, introducía las reses muertas por enfer- medad y vióse obligado a prohibir este tráfico. Luego le cobró 60.000 duros por impuestos sobre aguardiente de caña que no había pagado y en 1805 le exigió el pago de 400.000 pe- sos que debía a instituciailes piadosas. Yermo se negó a ello y se procedió al embargo de un: de sus haciendas, y como se opusiera fué menester decretar orden de prisión contra él, con lo que tuvo que entrar en arreglos para el pago. Días antes de encabezar el complot, entró a hacer ejercicios espirituales al Convento de la Merced y dicen que tomó consejo de sus directores de conciencia (hermanas de orden de Fray Melchor). Otros aseguran que el propio Arzobispo Lizana, bendijo a los conjurados antes de asaltar el Palacio. Puede esto ser o no verdad, pero Lizana estaba ya en Palacio a las dos de la mañana el día del golpe, en compciñía de los Oidores y demás miembros del partido espaiíol. (21 ).-La verdad sabida y buena fé guardada. . . Cádiz 1811, p. LXVII. (22).-Noticia en forma de diario de 10 ocurrido en México desde la noche del 15 de sep- tiembre y siguientes de 1808 sobre la prisión del Exmo. Virrey don José Iturrigaray. En "Documentos". . . de García, T. 11, p. 414-429. (23).-Gazeta de México, 17 septiembre 1808.-E1 testigo presencial citado en la nota anterior dice también que el pueblo apresó a Iturrigaray, pero añade: "A las tres y media Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.1, enero-junio 1944

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