Fénix 1, 46-86
Fray Melchor fué apresado en su domicilio, conduciéndole la fuerza ar- mada por las calles de México hasta el Colegio de San F'ernando. En su de- sesperación al verse en ese estado pretendió que su guardián accidental Fr. José de Uranga le permitiese fugarse. Pero éste se limitó a denunciarle. Por la noche se le pasó a la cárcel del Arzobispado y el 19 se le abrió causa, or- denando hacer un inventario de sus bienes y examinar sus papeles. Y de nuevo entra en funciones "el pueblo". "Preso a solicitud del pue- blo por sospechas de infidelidad al Rey de España y de adhesión a las doc- trinas de la independencia" se lee en el encabezamiento del proceso. Pero "el pueblo" que en el caso anterior fueron los comreciantes españoles, era ahora el flamante "virrey" escogido por don Gabriel de Yermo y demás par- ticipantes en el golpe de Estado: Pedro Garibay. El proceso. Al registrar las habitaciones del prisionero se le encontraron algunos li- bros prohibidos, por lo que se presentó denuncia a la Inquisición, y el 23 de septiembre se le trasladó a los calabozos de ésta. Fray Melchor estaba condenado de antemano. Examinando detenidamente el proceso, se encuen- tran cosas muy sospechosas. Parece una farsa armada para encubrir el de- seo de todos los que en ella tomaban parte para acabar cuanto antes con el "reo" a quien no podían abatir de otro modo. El Virrey Garibay nombró juez al Oidor Decano de la Real Audiencia, Ciriaco Gonzalez Carvajal y, como se trataba de un sacerdote, el Arzobispa- do designó al Provisor Pedro de Fonte. Talamantes no tuvo defensor. Que- dó solo, incomunicado con el exterior, acorralado por enemigos feroces. Respecto a Carvajal, con quien había tenido trato frecuente durante el tiempo que se ocupó de la comisión de límites, y a quien conocía muy bien, era enemigo suyo solapado. Varias cartas suyas aparecen en el proceso que demuestran la poca simpatía que hacia el acusado sentía. Talamantes lo recusó "por haber recibido pruebas de enemistad positiva y tenerlas tam- bién de su colusión con enemigos y perseguidores acérrimos del declarante"; y pidió que le diesen papel para poder explicar y fundamentar por escrito las causas de su recusación. Pero Ciriaco era un buen instrumento, y la Real Audiencia -en la que figuraban los jefes del partido español, Bataller y Aguirre-, denegó por unanimidad el pedido, considerando la recusación -- sin haberla oído- "frívola y maliciosa". Quienes mas se ensañaron fueron sus hermanos de orden. El Provin- cial Fr. José Manuel Araoz declaraba con juramento el 24 de octubre de 1808 de la mañana salió un decreto del real acuerdo del Ilmo. Sr. Arzobispo para todos los con- ventos de esta capital con orden de que dada la alva saliesen todas las comunidades a la ca- lle, y repartiesen todos los religiosos por todas las plazas y barrios, a fin de que sosegasen al pueblo en caso de alguna conmoción o movimiento.. ." Al buen entendedor pocas pala- bras le bastan. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.1, enero-junio 1944
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