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dependencia de México, salvaguardando los bienes de los españoles- y cuando Itúrbide entró triunfante a la capital el 27 de septiembre de 1821 lo recibió bajo palio en el atrio de la Catedral haciendo entonar un T e Deum de acción de gracias: esa era la catadura moral y e1 oportunismo de los que juz- garon a Talamantes. "Mas como entre sus delitos -continúa el juez Fonte- sea el mayor haber atentado contra la quietud pública y fidelidad al Soberano, con los es- critos sediciosos y comunicaciones que de ellos hizo, ni la mansedunibre de nuestro carácter, ni el privilegio de su fuero deben impedir que se tome por el Gobierno la providencia que considere justa. Executarla en estos Dominios pudiera ser origen de funestas consequencias, pues el mayor núniero de sus habitantes tiene deferencia y profundo respeto al Estado Sacerdotal y quizá la sensación que causaría un espectáculo nuevo, produciría en estas circuns- tancias escándalos y daños al bien público. . . '' ( 34 ) . Opinaba entonces que se enviase a España al reo y su causa para que S. M. dispusiese lo conve- niente. Ea muerte. Trasladado a Veracruz para llevarlo a bordo del barco "San Francisco de Paula", Fray Melchor fué encerrado en una de las "tinajas" de la fortale- za de San Juan de Ulúa, en la isla de ese nombre. Estas tétricas prisiones son cavernas de piedra por las que apenas se fil- tran unos leves rayas de luz. Gotas de agua caen a través del techo y de las paredes que rezumen agua. Quedan todavía "el cielo", "el purgatorio'' y el 6 ' . ~nfierno"según el grado de oscuridad que reina en ellas, En algunas un poyo de piedra indica el lugar en donde el reo debía reposar. Toda la cruel- dad humana parece reconcentrarse en esos muros inmisericordes. Pero éstas que hoy vemos y que nos espanta, son dulces remansos en comparación de lo que las "tinajas" eran. Tenían la forma de tinajas, de donde el nombre les venía, y se hallaban bajo el nivel del mar. El prisione- ro que allí caía miraba la muerte como una liberación (35). En una de aquellas ergástulas fue arrojado Fray Melchor. El patrio- ta José Mariano de Michelena refería aííos más tarde que se le encerró en San Juan de Uiúa "en la mayor estrechez en el calabazo llamado "Talaman- tes" (36). Sin duda porque la tradición lo designaba como uno de los más crueles. (34).-Según nos ha referido últimamente (septiembre 1943) el distinguida historiador don Alfonso Toro, las "tinajas" fueron cerradas en tiempos del gobierno de don Venustia- no Garranza, quien visitando el castiilo, dijo a sus acompañantes: "Es preciso taparlas, n o vaya a ser que cualquiera de nosotras caiga en una de ellas". (35).-Flores Jorge D: José Mariano de Michelena, primer ministro mexicano en Londres, "El Nacional", México D. F., 27 de marzo de 1943. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.1, enero-junio 1944
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