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de sus progenitores, pues bien sabida es la costumbre que tenían algunas ór- denes religiosas (costumbre que aún subsiste en algunas), de atraer, muy niños, a los miembros de familias poco acomodadas y que dan muestras de inteligencia, con el espejismo de asegurarles la subsistencia y el porvenir, y amoldarlos dócilmente a las normas de la comunidad. Debió continuar con éxito sus estudios en dicho convento, pues se gra- duó de doctor en Teología en la Universidad de San Marcos y fué opositor a las cátedras de Filosofía, Teología y Sagrada Escritura en dicha Univer- sidad, así como lector y examinador sinodal del Arzobispado del Perú: re- gente mayor de Estudios y Definidor general de la Provincia de la Merced en Lima. En septiembre de 1795, el Pbro. Miguel Baeza, quizá tío suyo, le cedió una capellanía fundada en la Ciudad de los Reyes, cesión que declaró vali- da don Juan José Negrón, Provisor y Vicario general del Arzobispado, en 17 de diciembre de aquel año. De sus actividades por aquellos años en la Lima de finales del siglo XVIII, cuando comenzaba ya a incubarse la tormenta revolucionaria, sólo tenemos vagos indicios; pero es de suponer que, dados su talento y su nota- ble inquietud intelectual, por sus manos pasaran muchos de los libros prohi- bidos que el jeronimiano Diego Cisneros introducía de contrabando en Lima gracias a sus influencias, pues Fray Melchor al llegar a México traía una fuerte cultura enciclopedista. No ha sido posible encontrar hasta ahora, entre quienes se han ocupa- do del siglo XVIII en el Perú, ningún rastro del padre Talamantes, pues no figuró al lado de los espíritus selectos que editaban el "Mercurio Peruano", ni de alguno de los que por entonces descollaban en las letras. Pero él mis- mo declaró en 1807, quejándose de las desconfianzas del Santo Oficio para con él: "No cumplidos los 28 años de mi edad manejé en Lima por más de dos años casi todos los negocios que se despacharon en el Gobierno del Excmo. Sr. Virrey don Francisco de Gil y Lemus, sin que jamás hubiese transpirado no sólo alguna de esas especies, pero lo que es más notable, ni las noticias de que yo entendía en dicho despacho" ( 2 ) . Y al ser apresado, entre sus papeles se le encontraron efectivamente un escrito y cartas fechadas en 24 de noviembre de 1795 dirigidas al virrey. Su carácter dinámico, su inteligencia superior y su calidad de criollo, sin duda le suscitaron dificultades dentro de la Comunidad y ya por 1796 se dirigió al Sr. Cristóbal de Coz y Viveros y a don Mariano Blancas, veci- nos de Madrid, para que solicitasen su secularización, enviándoles poder el 18 de noviembre de ese aiío, otorgado ante el escribano público don Antonio Luque. para que solicitasen del Real Consejo de Indias el pase del Breve que esperaba de Su Santidad. (2).-Biografía y escritos póstumos, por L. Gonzáiez Obregón, p. XIII. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.1, enero-junio 1944

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