Fénix 1, 46-86

-dice Genaro Garcia- miraron a España vencida por Napoleón, y enton- ces fué cuando vislumbraron la ansiada aurora de su propia libertad, mien- tras los europeos sintieron angustiosa incertidumbre y honda consternación (16). Maduro ya para la acción, Fray Melchor abandonó su labor inves- tigadora. Todo el mundo lo vió en los corrillos de los Portales. Todo el mundo discutía y él más que nadie abominaba a Bonaparte. Las reuniones nocturnas en casas de los enemigos de los "gachupines" se multiplicaban, pues los criollos, desorientados todavía, sentían que su hora estaba por Ile- gar. Fray Melchor trabajaba, pero trabajaba ahora en poner en orden sus pensamientos, en escribir los proyectos que sabe Dios desde cuando gerrni- naban en su mente inconforme, en su poderosa mente de criollo rebelde an- te la triste realidad cotidiana. Hacía confidencias a los que bien conocía por simpatizantes de sus ideas: el Licenciado Primo de Verdad y Ramos ( 17 ) , el Lic. Juan F'rancisco Azcárate ( 18 ) , don Jacobo Villaurrutia, los marqueses sus amigos, esos marqueses que por más títulos que la Corte de España les hubiese otorgado, eran ante todo y más que nada americanos. En Sevilla se había formado una junta de Gobierno para ejercerlo mientras durara la pri- sión de Fernando VII, luego llegaron noticias de la formación de otras jun- tas en diversas provincias de España. La de Sevilla pretendió que las colo- nias de América obedecieran, y a poco llegó la misma propuesta de otra de las Juntas peninsulares. Los criollos a su vez se preguntaron tpor qué en Amé- rica no puede también formarse una junta? Mientras tanto en el Ayuntamiento, en donde los Lics. Verdad y Azcá- rate eran regidores, se habían formado dos grupos, uno que apoyaba a es- tos dos mexicanos que ya en sus conciliábulos pugnaban por la formación de una Junta que rematara en la independencia, y otro que seguía el bando rea- lista encabezado por los Oidores Bataller y Aguirre, que se oponía a esta pretensión. Los criollos por su parte comprendieron que debían proceder con mucha diplomacia y que debían ganar la voluntad del Virrey para que fuese él quien convocara el Congreso General. (16).-El Plan de Independencia de la Nueva España en 1808, p 6-7. (17).-Verdad y Ramos, regidor del Ayuntamiento, era partidario de la independencia y uno de los principales representantes del partido criollo. Fué preso el 16 de setiembre de 1808, junto con Fray Melchor y se le retuvo en la cárcel del Arzobispado. Allí murió mis- teriosamente el 4 de octubre, según todas las probabilidades víctima del veneno. (la).-Azcárate, tambien regidor del Ayuntamiento fué con Verdüd uno de los que enca- bezó el partido criollo. Preso igualmente el 16 de septiembre, salió de la cárcel por haber sufrido un ataque de epilepsia que lo puso a las puertas de la muerte. aunque otros dicen que fué un envenenamiento que se frustró debido a su gordura, pues el veneno se embotó en la grasa de 10s intestinos. Se le dió su casa por cárcel y en ella permaneció hasta fines de 1811 en que el Virrey Venegas lo dejó libre después de haber escrito un manifiesto en contra de la independencia. "Su penosa enfermedad, su larga prisión, la incertidumbre de su fin y quizá el temor de la muerte, hicieron que Azcárate llegase a perder sus energías pri- meras y se resolviese a trocar su imperecedera inmortalidad de héroe por un trozo incierto de efímera vida de hombre vulgar" dice de él Genaro García. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.1, enero-junio 1944

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