Fénix 10, 142-148

NAVEGACION EN EL L ' ~ ~ ~ ~ ~ ~ " 143 horas, siguiendo despues solos fiados en la Providencia, con rumbo al Oeste. A donde ibamos era ignorado por la mayoría;pero lo cierto es que hubo ne- cesidad de arribar a Tumbes en donde anclamos el 2 de Marzo a la una y media del dia; permanecimos allí hasta e1 4 á las diez de la noche, en que zar- pamos precipitadamente. El vapor que venia de Guayaquil tocó en este puerto el dia 2 á las ocho de la noche, y después de mucha insistencia de parte del general y por algu- nas reflexiones de los oficiales, se le permitió escribir á su señora; pero con la condicion indispensable de que la carta seria entregada abierta: tal era la orden. de incomunicacion absoluta en que debia tenerlo el comandante. El gobierno del general Pezet creyendo hacer un bien al pais, no se de- tuvo en medios; lanza á un puñado de jóvenes inespertos como carceleros para que se precipiten con su presa en los abismos del mar; el buque, como todo el mundo sabe, era uno de los mas viejos de la escuadra, y los jef'es y ofi- ciales de marina quizas los mas ignorantes de todos, por lo menos en la prác- tica: la presuncion é ignorancia surcan los mares que le son desconocidos con uno de nuestros mas esclarecidos ciudadanos: merced á tales anteceden- tes nos vemos por mas de una vez próximos á sucumbir; escasean los víveres, la necesidad de agua se hace sentir y despues de haber reconocido las cos- tas de Méjico, emplean quince dias para tocar en Acapulco, anclando y zar- pando cuotidianamente en playas desconocidas, hasta que la Providencia nos deparó en una de ellas un pequeño riachuelo de donde pudimos tomar el agua, salvando con tan precioso don la existencia de tantas víctimas. El go- bierno del general Pezet es responsable ante la nacion y el mundo entero, de los riesgos de tan inmoral empresa. El 18 de Abril á las siete de la noche fondeamos ten Acapulco inuy afuera, y el 19 tomamos el fondeadero remol- cados por embarcaciones menores. El bergantin estaba haciendo seis pul- gadas de agua por hora. Hasta aquí no he hecho sino describir á grandes rasgos la navegacion; cúmpleme ahora entrar en pormenores. He dicho que eran las diez de la noche, cuando el que suscribe, fué conducido abordo del Guisse, en medio de una multitud de personas extrañas que componían la comitiva, oficialidad, guarnicion y parte de tripulacion que debia reemplazar á los del buque. El señor D. Antonio Haza, que con nosotros se embarcó, debia ser el agente se- creto de todos los movimientos. Sin conocer ni aun el sitio que pisaba, per- manecí simple espectador, no atreviendome a dirijir pregunta alguna; con tan misterioso arreglo principió á asaltarme la duda de que la expedición no se- ria a las Islas de Chincha, como se me hizo consentir al confiarme el cuidado sanitario del buque; pero al rr.ismo tiempo la existencia de innumerables ar- tículos navales, como estopa, cables &, &, que obstruian la cubierta, me im- pidieron profundizar sobre la verdadera expedicion. A las doce de la noche me retiré al camarote que se me señaló, del que no salí hasta el dia siguiente á las siete de la mañana, observando con suma extrañeza que íbamos remol- cados por el Chalaco: dirijí algunas frases al primer oficial que encontré ma- nifestándole mi sorpresa, y he aquí su contestacion; "Doctor, ha caido en Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.10, 1954

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx