Fénix 10, 142-148

146 FENIX dio de tamaña calumnia, logral. del General Pezet para él y sus cómplices lo que tan cínicamente solicitaba - dinero y ascensos. Tan digno carcelero como mejor calumniante, el señor Carrefio cometió en este puerto acciones solo dignas de él - violó el secreto epistolar, apropián- dose é imponiéndose de la única correspondencia familiar de la Señora del General que llevó á ese puerto un jóven Kendall. Dicha carta fué bajo la cu- bierta del teniente Garcia. Impuesto de tal bajeza é indignado por tal pro- cedimiento, lo manifesté al Ger:eral, quien reclamó su comunicacion, sin obte- ner por esto mas que la negativa de su existencia. Fué público y notorio otro comportamiento digno del señor Carreño. (Apelo á los capitanes Figuerola y demas que se impusieron del secreto). Dirigió una carta al General Canseco por la que ofrecia poner á su disposiciori al Mariscal, tan luego que se lo in- dicase. Dicha comunicacion no llegó a nlsnos del señor Canseco, sin duda porque el tal Carreno ordenaba su entrega bajo tal ó cual circunstancia, y ha- biendo llegado aquí cuando se hallaba asilado dicho General, creyeron el nego- cio perdido y la reservaron. Comisionado por el General, el que suscribe, pars solicitar un ernpréstito de mil ó dos mil pesos, con el objeto de proporcionarle un ligero equipaje, pues como he dicho ántes solo tenia lo puesto, y sabido por el señor Carreño el en- cargo que tenia, procuró y consiguió impedirlo bajo diferentes pretextos; entre ellos, de que era falso que al General le faltaba ropa y que la plata tenia por objeto sobornar la guarnicion. Asi frustró el empréstito y para aparecer como caballero, ofreció él á nombre del Gobierno todo el dinero que el General ne- cesitase. A tal ofrecimiento rontestó el General con las siguientes frases mas ó menos: - Señcr Carreño, solo puedo admitir del Gobierno la casa y la mesa y antes que un real pars mi equipaje, prefiero la cotona del marinero y si alguno de mis oficiales me pueden proporcionar el dinero, lo admitiré dando una libranza con,tra mi Señora. Entónces Carreño le ofreció de su dinero y fué recibida por el que suscribe la cantidad de $ 500 fuertes. La bella y ge- nerosa accion que enaltece al señor Carreño, por haber prestado al General $ 500 en su infortunio, no es mas que lo que habria hecho un agiotista, con la diferencia todavia, de no exponer su capital; pues el dinero que prestó el se- ííor Carreño fué de los fondos del buque, del empréstito qiie se habia hecho en Acapulco y cuando él ha debido pagar el interés correspondiente al anticipo que se hacia, aprovechó de él y cobró el interés del 3. De ahí resulta que en la libranza aparecen $ 515 no habiendo sido el préstamo sino de 500.- Por otro lado él demoró la libranza 'en su poder por mas de un mes; pero varias veces dijo que no se apuraba en cobrarla porque cualquiera que fuese e! resultado, salvaba su dinero, - cargando esa cantidad como por cuenta del Gobierno. Volviendo á las atenciones con el General, citaré una de alguna conside- racion. A los seis ú ocho dias de nuestra permanencia en Acapulco, fué á bordo del "Guisse" el Cornodoro americano, segun unos á visitar al General, y segun Carr'eño, á él: este aciago dia, uno de los oficiales, con su conciencia criminal, creyó que el General se precipitaria al bote americano tras del Co- modoro, á quien acompañaba, por deferencia, hasta la escala; lo toma por el Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.10, 1954

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx