Fénix 10, 142-148

brazo precipitadzmente y lo arroja en medio de la cubierta, con grave riesgo de ocasionarle un mal: tanta descortesía, proceder tan villano, ultrnjnnclo así la desgracia y senectud, fué aplaudido y elogiado por la mayoría de la oficialidad. El General se quejó de tal csmpcriamiento, y al dia siguiente, suscitada nue- vamente la cuestion con el Comandante, despues de algunas frases hirientes, terminó por decir: que él se habia propuesto salvar al país, y que estaba re- suelto á cumplir sus compromicos; que le pondría una barra de grillos y lo in- comunitaria en su camarote, aunque re muriese. A tales insolencias no tuvo otra contestacion del General, que "estoy en su manos; puede Ud. hacer lo que quiera". Dias posteriores á estos acontecimientos, fuí solicitado por uno de los jóvenes oficiales (cuyo ncmb:e rne reservo) para que instruyese al General del estado político del Perú y del progreso de la revolucion, con el objeto de promover una junta de oficiales que deliberase por votacion la libertad del General.- Cumplí con el encal.go de los que juzgaba amigos, felicitándome de que al fin hubiese tenido lugar el arrepentimiento; indiqué al General solicitase la tal junta, que contábamos con la mayoría; quc exigiese así mismo, para mayor fuerza, que el médico expidiese un informe sobre el estado de su sa- lud, pues yo estaba pronto á todo. El General así lo hizo, manifestando sus deseos al Comandante, pero éste no asintió á la solicitud, despues de haber conferenciado con los misrnos que un dia antes me habian comprometido. Temerosos del triunfo de la revolucion y de que un dia á otro aparecie- sen en persecucion del "Guisse", precipitaron la marcha zarpando para Pana- má el ya mencionado 2 de Mayo. En esta travesía, que duró 21 dias, no hubo uno solo en que no se le infi1:ese al General nilevos insultos: en esta misma travesía, abusando el teniente Cnter de mi confianza y de la íntima amistad que le unia al teniente Zavala, nos denunció como conspiradores; denuncia que le hace tanto mas miserable, cuanto que me encargaba solícitamente siem- pre lo pusiera bien con el General, alegando ser un hombre pobre y con familia, y que solo por necesidad habia admitido !a comision. Desd'e el dia de la de- nuncia, que fué e% 8 de Mayo, se le suspendió del servicio á Zavala, se ponia centinelas dobles en los porttlloncs, y el señor Cavenecia se constituyó mi custodio, de manera que ni como médico podia hablar reservadamente con el General. Se ocultaron todos los útiles de cscr:torio, y al mismo Ceter se con- fió la vigilancia inmediata del General, á cuyo lado dormia con revólver en mano y cori orden de darle un bulazo al primer mo-~irnientosospechoso. En tal desacuertlo llegamos á Pailzmá el 23 de Mayo, haciendo el buque 20 pul- gadas de agua por hora. De este puerto dirigió earreño ur_a carta á la Señora del General, sin duda por granjearse la voluntad de ella y que nbonase en su favor; dicha carta fué escrita de puño y letra del capitan Figuerola, y dictada por Carreño - pro- bablemente no firmaron para hacerla mas meritoria. A la vez que se recomendaban, oprimian y vejsban á su víctir~a. Das dias despues de nuestra llegada á Panamá, manifestando el General á Carre- ño lo expue9to de seguir la navegacion en un buque tan averiado, pues se 11a- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.10, 1954

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