Fénix 10, 149-156
ULTIMOS DIAS DE D. RAMON CASTILLA 15 1 dirigió en seguida á su alojamiento, que era la casa de la respetable señora Da. Teresa Martinez, donde fué asistido durante su residencia con la mayor solicitud, tanto por dicha señqra, como por su sobrina, la señorita Da. Fran- cisca Gonzaltez. Pasó este dia recibiendo las feiicitaciones que se le hacian, sin dejar de dar las órdenes convenientes para el descanso de la tropa y para que el armamento fuese conducido al distrito de Sibaya, catorce leguas dis- tante de esta ciudad. El 19 le hice preguntar, si estaba en disposicion de asistir al santo sacri- ficio de la misa; y como mi invitacion fuese hecha á presencia de algunos se- ñores que estaban de visita, contestó: "¡Extraña es la pregunta!, ;pues, no soy cristiano?". En seguida se dirigió al templo, y como de costumbre, aun cuando no mandara, le recibí en la puerta. En la visita que por la noche le hice me dijo: "por no escandalizar á los que me acompañaban, cuando me hizo U. in- vitar á misa, he asistido á cun~plirel precepto sin ponerme siquiera una ca- misa limpia, por el mal estado de mi salud, cuya enfermedad, como sabe U. muy bien, me dispensa de dicho precepto". En esta misma noche y apesar de encontrarse ya enfermo, emprendió la marcha sobre Sibaya y su ocupacion en ese distrito 'en los dias 20, 21, 22, 23 y 24 fué hacer armar sus rifles, fabricar balas en moldes de barro, en defecto de los baleros perdidos, organizar su fuerza, y á precaucion y en virtud de las repe- tidas noticias que el Prefecto Dr. Zapata venia en su persecucion, fortificar dicho pueblo, de tal modo, que con la pequeña fuerza que contaba por de pronto, podia haber batido y derrotado ventajosamente sin exageracion alguna, á mas de mil combatientes que le atacaran: verdad es, que la naturaleza del terreno favorece allí al guerrero. El 22 dirigió á esta ciudad del pueblecito de Mocha, á donde se trasladó por bien de su salud, una carta que entre otras co- sas dice: "haciendo votos por que Dios me dé algunos dias mas de menos mala salud, y unos diez ó doce para recibir un elemento esencial por ahora, me asiste la conviccion que si todos me ayudan así, enfermo como estoy, desde una parihuela, yo daré dirercion a todos nuestros negocios ejecutivos con seguridad de buen éxito". Ya era pues fuertemente combatido por la terciana. El 25 que vió ya espedito su pequeño ejército en número ciertamente, pero grande en valor y patriotismo, impartió órden de marcha al valiente ge- neral Gutierrez para que sin perder tiempo avanzara con la vanguardia que mandaba, sobre las oficinas salitreras de Negreros, dirigiéndose el Gran Maris- cal con su estado mayor á esta ciudad donde llegó al anochecer. A las ocho ya habia pasado el general Gutierrez á cumplir su comision, pero como á las diez recibiese expresos de Arica y de Tacna, participándole los pronuncia- mientos respectivos en cada ciudad, varió de plan y en consecuencia ordenó que la vanguardia tomara ia ruta de Iquique, dirigiendo en seguida una nota al Prefecto Zapata [3] nota que le ol redactar á él, y en que hizo uso de ejemplos acertados para darse a entender á los que le rodeaban en esas circuns- tancias. El conductor fué el coronel Pereira. Acto continuo hizo otro espreso al general Beingolea para que con las fuerzas de su mando y redoblando la Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.10, 1954
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