Fénix 10, 3-22

Pero la obra de Castilla en el ramo de la economía no se concreta a lo enunciado, sino que va hacia el beneficio de la riqu.eza extractiva para el incremento del Tesoro Público empobrecido a raíz de nuestra guerra se- paratista. Logra, gracias al apoyo del Prefecto de Arequipa Gutiérrez de La Fuente, quien a su insistente llamado visita Tarapacá en 1827, el estableci- miento de un Banco de Rescates de pastas de oro y plata, el traslado de la callana de Tacna a Tarapaca y el establecimiento de dos compañías mineras en Huactajaya, tierra natal del Prefecto citado (7). Dentro el aspecto político, dos acontecimientos de singular importan- cia sorprenden a Castilla durante su residencia en Tarapacá; ambos corres- ponden a la época bolivariana y su reacción ante ellos resalta su hondo celo nacionalista. Son ellos: la Jura de la Constitución Vitalicia y la suscripción del tratado de Federación y Límites entre las repúblicas de Perú y Bolivia. La actitud que adopta frente al primer hecho es de evidente vacilación, lo de- nuncian las reservas con que recibió el proyecto de la Constitución, la demora con que respondió al llamado que se le hizo para la convocatoria a los cole- gios electorales, esgrimiendo como causales determinantes, la falta de vías ex- peditas de comunicación que pudieran hacer llegar rápidamente las órdenes a los puntos de destino, y el espíritu díscolo, que según él animaba a algunos po- líticos prominentes del Sur. Para Miguel Martínez "no existe prueba'' que denuncie que Castilla hiciera jurar la citada carta en el territorio de su mar20 y para Basadre, nuestro personaje influyó poderosamente en la decisión del Colegio Electoral de Tarapacá para su rechazo. A esto debemos agregar la referencia que hace el propio Castilla sobre el asunto en carta de 7 de enero de 1827 dirigida a Gutiérrez de la Fuente en que le dice: "La Constitución se ha recibido a proporcion del pais, con las demostraciones consiguientes 6 su mérito. Se jurará en seguida, y VS. sabra los resultados, luego que se prac- tiquen los pasos prevenidos" (8). La actitud un tanto incierta de Castiila frente a la Constitución Vito- licia contrasta con su oposición abierta y tenaz ante la suscripción del tratado de Federación ya aludido. Calificó de ilícito ese regocio diplomático, reali- zado sin el asentimiento del pueblo llamado a dirimir sobre los negocios de trascendencia nacional. No podía concebir que viniese a formar parte del Perú un. pueblo "miserable" e incorporarse a su soberanía las ricas pro- vincias del Sur entre las que se contaban los pueblos de Tacna y Arica, puerto este último tan codiciado por el país del Altiplano. "Yo como un peruano hijo de este suelo, -decía a Gutiérrez de la Fuente- V. S. mismo, y cuantos pertenezcan al Departamento de Arequipa, mirarán con desagrado semejante cambio de territorio: de llevar aquel nombre, por el que hérnos, consagrado tantos sacrificios, á sufrir un cambio aplicandose otro enteramente diferente, y quizá algun dia argentino del que no encuentro mucha diferencia al de Ynglesa" (9). Mucho más que lo expuesto, debió pues, esperarse de la gestión administrativa de Castilla si se repara en su marcado celo regiona- ( 7 ) El Republicano. Arequipa, No 103. 1827. (8) Carta a Gutierrez d e L a Fueilte. A. P. S . Cartas y documentos, t. 21. (9) Carta a Gutiérrez d e L a Fuente, A. P. S. t. 2 1 cit. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.10, 1954

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