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danos Valdez de Velasco o el "Romano", Barriga, Magariños y los religiosos Dean Córdova y Chantre Rivero. Los acuerdos preliminares concertados con este grupo fueron refrendados, más tarde, con la suscripción del Acta de fun- dación de la Logia Independencia Peruana realizada en la ciudad de Puno donde se contó con la adhesión de Infantas, Pedro Miguel Urbina, Atanasio Nernández, "el Indio" y otros personajes de menor figuración. Tanto el comando central de la Logia Peruana con sede en la ciudad de Puna, como sus filiales establecidas en Arequipa y Cuzco debían trabajar, apa- rentemente, por uniformar la política peruana y boliviana y proceder al cam- bio de gobierno acordado entre Santa Cruz y Gutiérrez de la Fuente. La pre- cipitación en e! pronunciamiento por el cambio de Gobierno que debia operar en Lima, por parte del Cuzco, confirmó la sospecha de los jefes militares de Arequipa adictos a Gutiérrez de La Fuente, entre los que se contaba a los coro- neles Manuel Amat y León y Mateo Estrada y tenientes coroneles Ramón Cas- tilla, Narciso Bonifaz y Juan Cárdenas y los sargentos mayores Manuel Val- divia y José Palma. Pero la conducta de estos, hasta entonces, no había sido pasiva. Tanto Amat y León como Bonifaz, Cárdenas y Castilla habían reali- zado intensa propaganda denunciado los manejos oscuros del Presidente bo- liviano y los confabulados, ya a través del periódico "Arequipa Libre" que editaba el primero de los citados como por medio de correspondencia pri- vada y de oficio remitida a Lima. Gutiérrez de la Fuente como lo haría po- co más tarde, no adoptó ninguna medida para evitar los progresos de esa in- tervención y sólo cuando tuvo a mano documentos comprobatorios del delito dió aviso a Gamarra estante en el Norte, quien lo creyó obra del General IMa- nuel Martínez de Aparicio y no de Rufino Macedo, principal corifeo del Pre- sidente boliviano. Ante la indiferencia del Gobierno de Lima y en vista de las hondas perturbaciones creadas en el Sur, Ios jefes citados decidieron actuar autono- mamente para cortar en forma radical la ingerencia santacrucina. Con tal fin se reunieron el 8 de agosto y realizados los acuerdos pertinentes procedieron al apresamiento, de los confabulados Generales Manuel Martinez de Apa- ricio, Coroneles Escovedo y Reyes; Tnte. Crnel. Guillén; y los ciudadanos Valdez de Velasco y Pedro Barriga. El movimiento se realizó, dada su Eor- presividad, en la mas completa calma. "El pueblo estaba entregado a sus ta- reas -se refiere en el Manifiesto que lanzaron al público los contrarrevolu- cionarios- y ninguno sufrió el mas leve dafio". Conseguido sus objetivos la tarea de aquellos se encaminó al restablecimiento de la Junta Departamen- tal y a la remisión de los presos a Lima, quienes fueron despachados por e! propio Castilla desde Islay a bordo del bergantin inglés "Rochelle" y bajo la custodia de una escolta comandada por el Capitán Sota-Poller. Se realizó luego el proceso de los encausados nombrándose juez a Cas. tilla. De las declaraciones prestadas por los testigos Teniente Merino Ponce, Subteniente Barriga, hijo de uno de los confabulados; eI Cónsul norteamerica- no Guillermo Taylor, los Capitanes Laysequilla e Iraola, entre otros, se esta- bleció la culpabilidad de los apresados. Quedó demr~strada la activa corres- pondencia cambiada entre aquc'ilos y Santa Cruz, ya sea por medio de perso- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.10, 1954

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