Fénix 11, 331-347
340 FENIX Lima al margen de la literatura oficialesca. Focos conocen, quizás, su oDr2 completa, que él mismo ignora por dótide anda. Siempre, sin entbargo, i j acompañari en su gira por la ciudad, muchachos entusiastas de las cosas ho- n e s t a ~en las letras, y el bardo ilumina aquellas giras con ingenio y mzilicia, tomándoles amablemente el pelo a alta frwuencia. . . Una vez, en Arequipa, cierto mozo limeño de leyenda peleona y expr- dito en trompcas, cayera por allí, bebióse con exceso el sujeto y desafió a pe- lear a los presentes, molesto del ingenio volante que había en la tertulia. Gibson estaba en ella y conjuró la crisis de esta suerte: -<Usted quiere trompearse co-i alguno, verdad? -iSi! Quiero romperme et ahna con rualqu:erc! ¡Ahora mismo!. . . -Bueno, miiy bien! ¿Pero, usted sabe trompearse? . . --¡Pues claro que sé trompearme!. . . ¿Quién lo duda? -Bueno, pero nosotros no sabemos. E n cambio, jugamos el bolerc ma- ravillosamente; si quiere usted medirse con nosotros, que traigan el bolero, ja ver quién qana! . . . AGUIRRE MORALES, PRIMER ACTOR GENERICO. . . Aguirrc Moraies. vino a Lima hace, posiblemente, más de diez aííos, y trajo bajo el brazo un manuscrito lírico o muchos más, resuelto a publicar- los. . . TUVO dos entrevistas propedéuticas, con un editor capitalino y, a Ia ter- cera, convenciólo del negocio magnífico que significaba darles luz. . . Su pri- mer libro, rompiendo con una larga tradición de editoriales fracasos invaria- bles para todas las obras nacionales, tuvo un éxito atroz de librería.. . El se- gundo también, pero la crítica se le encaró de firme. . . De pronto desapareció, marchóse al Cuzco, porque había incubado la prolífica idea de evocar, en ro- busto volumen, los viejos sucedidos históricos del Inca legendario y del Ta- huantinsuyo excepcional. . . Pasaron largrimente los años sin. que Lima supiera una palabra del escritcr mistiano, pero una tarde cercana, asomó su silueta prestante en la viejn ciudad. Aguirre usaba capa española castaña de amplios pliegues, entonces: biscotelas proceras en las sienes, escarpines albinos a me- nudo, y chapeo alerón. . . Traía bajo el brazo, también, un manuscrito tétrico de inaudito espesor: "E1 Pueblo del Soi", una tlovela evocatíva de las glorias insignes del imperio perdido. . . Aguirre encontró su editor acto contínuo y espetó su volumen. .. La novela tuvo éxito profuso, aunque vendióse poco. Pero la fama vino rápidamente a él. . . Un día en !a Universidad dió una cha:- la sobre temas históricos incaicos y en la frase corrida que le es propia, dí-rivó, sin rodeos, todo !o que los sabios historiólogos cricIlos consideraban cierto. . . Otra vez, par~ció!eoportuno hacer un drama, y en una noclae activa de labor en la Remington, fabricó una tragedii espeluznsnte que en el caso fortuito de ser representada, arrancara de fijo asordantes aplausos a la masa. . . Aguirre es hombre libre de verdad, sus coprovincianos, por más señas, suelen hablar mn: de é l . . . Una vez Arequipa prop-riso a sus intelectuales un ccncurso aca- démico. E1 tema era imponente: averiguar porqué la zran ciudad que proda- jera otrora ilustres personajes por series, no los tenía ahora. . . Aguirre Morales sostuviera en una tesis convencida, que sembró el estupor de ios tiesos señores del jurado, esta barbaridad: ique Arequipa no tuvo grandes hombres jamás, y a juzgar por los tiempos que ccrren, no los tendrí:l nunca!. . . Aguirre Morales ha sido excon~ulgado iindamente por eso y nunca po- seerá una estatua en su tierra.. . Aguirre es el único, acaso, de los literatos Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.11 1955
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