Fénix 11, 331-347
342 FENIX su vida más de un poeta criollo, por entonces. . . Viajara por Europa en buena hora, trajera novedades letradas de ese foco.. . hizo una tesis rara sobre los diabolismos putrefactos finsiglo, sonó a los castos oídos provincianos de nues- tros literatos de avanzada, los nombres mermelados de París; y comenzóse, entonces, a mirársele como una cosa rara.. . En tesis posterior hizo trizas la esperanza ilusoria en el renacimiento de la raza aborigen. . . Dirigió una re- vista, sin rivales, dueño del vasto campo. . . Hizo la voz siempre que quiso y domeñó señero y neroniano.. . Después fué periodista y supo hilar delgado e hilar grueso, en editoriales kilométricos en que nunca hay más punto que el final. . . Sus cuentos fueron buenos y lo son todavía y hasta es posible que continúen siéndolo por un tiempo imponente.. . Muchos de ellos no morirán y, conque uno se salve, en el eterno naufragar del papel en la tinta, tiene título válido para ser importante en el futuro.. . Palma intentó la novela con éxito y derecho, aunque con gran desgana: escribió tres o cuatro capítulos brilIantes al efecto y se cansó en el acto. . . Después fué diputado e hizo gala de un mutismo tenaz, que es la mejor de sus originalidades. . . Cada vez que el diputado Palma pedía la palabra, dirigía la mano a la cartera y sacaba unas cuantas cartillas que leía a volandas y callandas. . . ¡Nadie oía palabra!. . . En su literatura, por lo menos, Palma no es emotivo. Posee en cambio gran ima- ginación. No digo que esto valga menos que aquello en el arte olvidado de escribir, pero supongo que una cosa necesita la otra.. . Por no ser emotivo, Palma fué incomprensivo muchas veces, e injusto casi siempre que atacaba a los nuevos. Con Eguren su caída tuvo mayor volumen, está claro, porque Egu- ren era de más tamaño que todos los que había juzgado antes de él. . . Pero, de todos modos, Clemente Palma es un hito de valía notable en las letras pe- ruanas; del que será siempre necesario acordarse y darle algunos palos para luego elogiarle.. . Palma es hombre de aspecto acidulado; muchas veces in- genuos principiantes que abrigaban la imposible ilusión de arrancarle un con- cepto benévolo para su obra inédita, llegaban en su busca a "La Crónica" por- tando bajo el brazo el manuscrito y, al verle, huían a estampia, veloces, asus- tados.. . 2Suponéis que exagero?. . . Entonces no le habréis visto nunca, de seguro!. . . E ~ u t o y estirado, recto como un huso de Guadarrama. . . Sobre un cuello anacrónico, altísimo, de catorce centímetros lo menos, se ajesta un rostro adusto de bigotazos con puntera. . . Caminar desgarbado y distraído, el bastón pende al brazo encogido, cuya mano se afirma en la solapa, el calzado empolvado, la mirada temible, el gesto fiero.. . ¡Quién sabe si en el hondo de t an dura apariencia, duerme un sentimental que hace el coco a los chicos, para no traicionarse!. .. Cierta vez, el notable escritor, muy de mañana, contemplaba el jar- dín de su rancho en Miraflores, vistiendo un overol y blandiendo afiladas ti- jeras de podar con la diestra. Hombre sencillo, al fin y al cabo, la acritura del gesto desaparece del rostro en tales casos, olvidado de todo. . . De pronto, un mensajero, apurado, llegó con una carta personal para el doctor Clemente Palma, diputado por Lima Don Clemente extendió, como era justo, la mano a la misiva, pero el mensajero la retiró con gran presteza: -¡NO, le dijo, es personal, debo entregarla al propio diputado por Lima!. . . Entonces don Clemente, con sonrisa francisca y cachazuda, añadió: -¡El señor diputado nacional no está visible!. . . Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.11 1955
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