Fénix 11, 331-347

TESTIMONIOS 343 ALEJANDRO URETA, ESPADACHIN Y PISTOLISTA. . . Alto, fornido, dulce: talla magnífica, hecha com~opara guardar un espíritu másculo.. . Andar manso y pausado. Trato sencillo. Comprensión sin fronteras. Alma hidalga y altiva. Bondad inconcebible. Corazón campanero de todos los dolores. Alejandro Ureta pasea su figura, idónea para la toga an- tigua, como escapado a un capítulo intonso de ~ Q U O Vadis?. . . Pasa por la ciudad, más por la noche que de día, entre el afecto de tres generaciones.. . Ureta es ei hombre más bueno del Perú, y, de modo indudable, es, además, precisamente por ser hombre muy bueno, el más inteligente y generoso de los plumíferos que ambulan en la urbe.. . Con alta voz honrada, sabe cultivar la virtud anacrónica de decir un elogio oportuno y cei-tero, cuando debe decirse, y verdades de a folio, aunque deban callarse. . . Todo lo justifica y lo perdona. A todos ama, con afecto de hermano tolerante. En la mirada nazareta, asoma una vieja cultura de la vida, aprendida amargamente en costosa experiencia. . . Pudo ser escritor de grande aliento y escribir nobles pjginas: tenía para ello, con exceso, todo lo que falta a ese propósito.. . Le sobraba talento y emo- ción. .. Pero a Alejandro Ureta le cautivaba más la vida como actor, que como autor de libros fugaces que las polillas comen. . . iY se entregó a la vida!. . . En esquinas y fondas nocharniegas, desperdició caudales de espiritualidad. . . Ureta pudo, como pocos, realizar sus ensueños, cualesquiera que fueran.. . "iJamás ninguno ha caído, con trazas de vencedor, más deshecho!. . ." Su pres- tancia personal fué brillante. Ureta, sobre todo, es un hombre de mundo de altas dotes, con alma de poeta, cuya fina elegancia llegó a punto de no intentar jamás un solo verso en el decurso de su vida agitada. . Otrora fué imponente la figura de Ureta. . . Supo llevar la tela biencortada y gesticular con gran soltura. . . Fué un don Juan a su hora, con éxito sencillo y domeñante. .. Romántico de cepa: se glorió en su interior de sus ensueños realizados y, orgulloso, calló sus vanidades cascabelas.. . Derrochador insigne: cuando el dinero tuvo fugitivo atractivo para él, supo ganarlo fácilmente, y malgastarlo, luego, indiferente. . . Hombre de acción: hizo fortuna en un viaje feliz de propaganda periodística por toda la república.. . Aventurero, se gastó esa fortuna en Yanquilandia. . . Diplomático, un día fué en comisión del Minis- terio. . . Estuvo en Francia y en Italia, en Berlín, en Madrid. . . La gran con- tienda, esperó que llegara Alejandro al viejo continente, para iniciar sus truculencias. . . Entonces se dió e1 lujo plutócrata de enfermarse a lo serio y disfrutar en Suiza, a la vera de los lagos helvéticm soñados, su dolencia poltro- na, en caros sanatorios, olorosos a creso y yodoformo y pintados de blanco hasta las sienes. . . Después se vino a Lima y comenzó el descenso. .. Una vez se fué a Chile, y las entrañas de la tierra temblaron apenas pisó suelo.. . Otra vez en Madrid, en cabaré lujoso y en buena compañía, un matarife célebre de fraque y guante blanco, insultara al Perú, mientras Ureta remojaba el gaz- nate con champaña, y su dama también.. . Entonces Alejandro le disparó al frontal, estrecho y torpe, la botella. .. pacía!. . . Hubo duelo. . . Alejandro hombre suave, no sabía de sables ni floretes. . . Marchó donde un maestro, la víspera del duelo, para aprender las mañas de la esgrima en dos horas.. . El profesor le dió al oído un secreto y se marchó hacia el campo de honor, con sus padrinos.. . Se pone en guardia, y cuando el director del combate da la orden de empezar, Alejandro se lanza como un tigre, blandiendo el to- ledano y partiendo en dos trozos al contrario, como a un fresco melón.. . Otra vez, marchaba por provincias haciendo informaciones fructíferas. . . Ha- bía un gran banquete en la ciudad, en honor del gobierno: Benavides. . . Be- bió mucho Alejandro en el banquete y cuando vino el brindis, elogioso a don Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.11 1955

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