Fénix 11, 331-347
346 FENIX de figura central e iridiscente. . . iMi generación se sorprende hasta estas ho- ras de no haberle encontrado, ni una vez, zambullido en la sopa, todavía!. . . Cierto día, la ciudad preparara un gran certamen: unos juegos florales poe- máticos. La solapa del fraque de don Pepe fué la única digna de la flor natu- ral, para el jurado.. . Otra vez resultara inminente mandar a Buenos Aires una delegación estudiantil: Gálvez fué a la cabeza de la delegación, como era justo. . . En la Argentina obtuvo, desde luego, un espantoso éxito mental. . . ¡Tan joven y con tanto talento!, prorrumpíamos todos, asombrados. . . Después fué periodista. Abogado sin pleitos. Catedrático sabio. Candidato suplente per- manente a una diputación por su terruño. Cónsul lírico en la ciudad condal. . . Sus libros se editaron en Francia con prólogos de firmas circulantes y se ven- dieron a montones.. . Su musa bebió mucho en las pálidas fuentes leucocitas de Juan Ramón Jiménez, y en las tristes castalias surtidoras de don Francisco Villaespesa, de dientes necrosados y caudal producción. . . Cantó la Luna zarca. Los jardines herméticos, la torre de marfil. . . Evocó a Lima antigua con de- nuedo inaudito. .. Contó toda su infancia, cabo a cabo. .. -Gálvez cree, que sólo él ha sido muchacho!. . . Exclamó alguna vez en un corrillo, cierto escritor, su amigo, refiriéndose a eso. . . Orador: cuando habla en público, explota con gran arte sus condiciones físicas privadas, arrancando ovaciones como quiere. . . Crítico de artes y le- tras; probara, hasta los lindes máximos, en histórica tesis sanmarquina, la po- sibilidad arrolladora de una literatura nacional, dado el acervo rico que al- bergamos: jsiempre que haya talento, pupila y corazón, en quien lo manipu- le!. .. Elogió a sus abuelos, los legendarios Gálveces, con derroche de verbo papujado y plumero, siempre que le fué dable. . . Cantó a todo cantar. Plumeó a todo plumear. Parió a todo parlar. .. Fué la figura enteca más saltante de su época.. . Si alguna vez su fama se dormía, tornaba a despertar violenta- mente. . . Un día llegó, apremiante, una reforma en la Universidad. Gálvez, entonces, fué el Decano obligado para Letras. . . Me cuentan que apenas el poeta llegó, armado de su vigoroso nombra- miento, a los claustros, tantas veces evocados por él, sostuvo en junta me- morable, esta excelente iniciativa ( 1 ) : -Es necesario conservar en el recuerdo de las generaciones venideras, para lustre de todos y cada uno, los nombres ejemplares de quienes consu- mieron sus admirables vidas, exultaron su ideal y laboraron sin cansancio en pro de aquestas aulas. . . Propongo, señores catedráticos, que las efigies veras de los decanos de tan ilustre Facultad, perduren sobre el lienzo eterna1 en ade- lante, bellamegte colgadas de sus muros!. . . -¡Aprobado!, contestaron a coro los doctores. . . --iRomántico!, se dirían algunos. . . Entonces José Gálvez, filósofo actualista como el que más, mandó ha- cer su retrato, incontinenti, a don Daniel Hernández: pintor de bellas formas al desnudo y rostros de francesas sonreídas entre gasas volantes para adornar las cajas de bombones.. . ¡El maestro se verá en grave apuro para pintar a Gálvez! .. . (l).-Al día siguiente de haberse publicado la semblanza de José Gálvez, apareció en El Tiempo (Lima, 24-VI-1929) una nota de redacción, concebida en los términos si- guientes: En la sección Exhurnaciones, del día de ayer, nuestro colaborador Peregrín al hacer humorísticamente una semblanza del distinguido maestro y gran poeta, doctor José Gálvez, atribuye cierta iniciativa al poeta en su calidad de decano Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.11 1955
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