Fénix 11, 331-347
336 FENIX -Pide un whisky. -Sí, deme un whisky. -¿De qué marca, señor? le interrogaron. Y antes de demostrar su analfabetismo profundo en esa rama de ca- ros bebestibles, añadió: -Deme un "chandler"! . . . E1 mozo iliurmuró: -No tenemos de ese. . . -Pues que venga el más caro! añadió Beingolea. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Que te hagas absurdamente millonario, maestro, y que te inventen uti consulado bien rentado en la Luna, para que te entretengas, jartista!. .. FIANSON A LOS PIES DE LAS DAMAS. . . Antes de ser el poeta oficial de la Villa del Sol, Fiansón ejercía sus atri- butos líricos de manera absoluta en el Barranco. Romántico insaciable, fué por entonces el amador platónico de todas las muchachas bonitas de su tiern- po y aún de las no bonitas. . . Entiendo que hasta conserva con cariño esa de- bilidad. . . Donde quiera que se formara un grupo saboroso y parlero de da- mitas pimpollas, el poeta goloso merodeaba, con caminar difícil, buscando la ocasión oportuna de madrigalizarles parnasianos piropos, envueltos en cer- nidas azúcares rimantes. . . El bardo se delicuecia de placer en esos casos, pro- nunciando sus poemas joyantes, musicales, polícromw. . . No era difícil ver al poeta de abermejada faz y cabellera en flarnas, asistir, los veranos, a los típicos baños del Barranco, portando bajo el brazo un catalejo de un solo ojo, para acercar a su azul ojo derecho, las siluetas turgentes que las damas de su predilección exhibían, chapoteandc entre espumas saladas y nereidescamente re- cubiertas de yuyos. . . El artista inspiraba su lira, aquellos días, envidiando a las olas e hinchando las narices tritónicas, presumo, en la brisa marina, esti- mulante. . . Nadie, supongo yo9 desconoce la figura tudesca del primer par- nasiano de nuestra antología y, por tanto, parece conveniente no gastar el es- caso bermellón de mi escueta paleta, en colorear su efigie rubicunda. .. Fian- són trajo a la lira criolla, follajuda y ripiosa, antes que ningún otro, anhelos de amelcochada perfección formalista. . . Musicalizaba sus frases irisadas, pulía y repulía y así, pacientemente, tuvo aciertos perfectos de expresión que, si no consiguieron entusiasmar conlpletamente a nuestro rico público, no fué por culpa suya de seguro. .. Fiansón logró efectos insignes de bellezas inéditas rn nuestra lira gruesa. . . Pero SU preciosismo se perdió en los caudales aplastan- tes de su fecundidad. . . Tuvo el descuido de no ir al libro en ocasión propicta, cuando fué precursor entre nosotros, y se enterró a sí mismo, bajo su propia broza. Años atrjs, hubiera sido, es bien posible, el primer parnasiano de Amé- rica. Muy superior, es claro, a don Leopoldo Díaz, el plntense: asendereado y ceramista.. . Hoy las generaciones delanteras olvidaron al vate o se ríen de él siempre que pueden, pero José Flansjn fué, en un día lejano, un vanguar- dista auténtica, un artista de veras, y uno de los contadas poetas de talento de los que son y han sido en estas tierras. . . Uno de los más bellos sonetos pre- sentable~que pasee la lengua tan-ib~rerade Castilla fué escrito por Finnsón: "Hacia Damesco". Treinta o cuarenta versos suyos publicados ha tiempo y en su hora, Ie hubieran propiciado una fama gloriosa, que ha perdido porque si, por continuar sus sueEcs. . . Recuerdo que hace poco, en una fiesta de es- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.11 1955
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