Fénix 11, 331-347

TESTIMONIOS 337 critores y artistas, reunióse el grupo abrumador cie los poetas existentes en Lima, desde Corpancho el viejo hasta Guillén el mozo.. . Todos recitaron un verso. Los más viejos primero. Los más mozos contenían la lengua impacien- tada. . . Cuando Fiansón malrecitó un poema elegante de los suyos, la gente nueva contenía sonrisas desdefiosas . . Pero el poema que Qiansón recitó, pue- de afirmarse sin presumir agorerías. sepultar5 en olvido ;.nvoluntario a 10s que pronunciaron con estilados gestos los poetas punteros ese día. . . iQuizás sí me equivoque, pero creo que nc!. . . Cierta vez, en los baños, el poeta iba con un grupo de amigos, disertan- do, De pronto divisa en la terraza a un par de lindas pollas que inspiraban sus versos ese estío. . . Dos morenas perfectas e inflamantes. Les llan\aba "ve- nus de terracota". Al verlas, disparó hacia donde ellas, olvidando a los sqyos. . . Pero al llegar muy cerca de las damas, un paso desgraciado y en falso, wn res- balón artero, desplomó con gran golpe, contra el suelo, al cantor. . . Ciando las risas iban a irrumpir de las bocas, el poeta, tendido largo a largo, cena a las faldas blancas motivo del desastre, quitándose el sombrero, con adenán pulido, exclamó : -Senoritas, me pongo a vuestros pies!. . . Hizo gracia la cosa y las danas sonrieron. Fianson se desleiría de placer ese día, creedlo! . . . CHOCAN0 SE AFEITABA CON AUTOGRAFOS. . En medio al remanso de la literatura riacional, la aparición de Chocano tuvo el carácter alarmante de una detonacibn. . . Surgió intempestivamente en nuestra antología, con levita plomiza, tarro de unto, bigotes mosqueteros, bas- tón con puño de oro y un gran jazmín del cabo en la solapa desafiante. . . Sus versos eran fuertes en una época de plañidera inspiración. Cantaba en poe- mas extensos todas las cosas grandes de la América: el Ande, el Amazonas, la Selva inverosimil, el pasado g;orioso, el presente caótico y un futuro increíble de importante. . . Sus estrofas decían descripciones magníficas, derrochaban colores y sonidos y terminabán siempre, después de cuatro versos, en una im- presionante y encendida metáfora sonora que zumbaba al oído largamente y precedía uacl serie de puntos suspensivos.. . Chocano fué montonero lírico. Conspiró con poemas levanriscos en una hora revuelta. Conoció las prisiones de ese entonces. Después, pasado el ruído, fué diplomático. Por poco no resuel- ve en segundos un asunto de límites antiguo. Fué a Centroamérica. Sus con- sejos sirvieron varías veces a los inquietos jefes de los ejecutivos poderes, por allá.. . Un día, después de haber cantado íntegramente al trópico y sus ve- getaciones, inventó la manera de sacarle provecho a los hermosos platanares que esos sitios germinan. Entonces planeara un monopolio gigantesco de es- tupendos bananos. . . En Yanquilandla realizara el proyecto, logrando una mo- desta comisión de ochoc~entosmil dólares que metió en una maleta y co- menzó a gastarlos hl-sta el fin. . . Una vez fuera a España. . . Casara por en- tonces el rey con su princesa rubia y una bomba anarquista puso su nota ro- ja sobre velos y azahares. Chocan3, por circunstancias tales o no tales, fué preso. Un equívoco, es claro! Al otro día los periódicos de Madrid daban la gran noticia: que el primer- recretario de TU legación del Perú había sido de- tenido por equivocación. El poeta, realista, utilizó la coyuntura para editar en grande. . . Después, atacó en México a Huerta, habiendo sido maderista primero. Guerreó con Pancho Villa Y C O ~ Carranza. Escapó de la muerte varias Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.11 1955

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