Fénix 11, 331-347
TESTIMONIOS 339 claros, completamente chuzos, pero llenos de una luminosidad maliciosa y cazurra, que desmiente todo su porte inglés, para asomar su agudeza fina de criollo arequipeño y serrano dilecto.. . Así se le puede ver a menudo por allí. . . Satírico tremendo cuando vale la peno, comprensión infinita para los mil aspectos de las cosas, cuando ellas lo merecen, gran señor y bohemio incomparable a un mismo tiempo o a su turno, conversador sutil, amenísimo, agudo; inteligencia fresca y corazón agreste, a veces la nevada lejana del te- rruño, 110 obstante, vuelve hasta él y lo obscurece, pero sólo un segundo. . . Poeta a gran metraje, nadie como él cantara en lengua nuestra la emoción vir- giliana de la vida campestre. Gibson viviera en égloga largos años de su vida y dejara impresiones eternas de ese lapso en versos claros. Ha sentido la emoción del terruño campesino hondamente. Yanahuara, la mística con huer- tos de Judea, como suele llamarla, tuvo para un grupo de muchachos, tiempo atrás, en los versos de Gibson, todo el prestigio noble de los bellos rincones cantados por Horacio. Gibson era el Horacio Flaco de Yanahuara. . . Desde los claros tiempos del Arcipreste Juan, acaso el castellano no volviera a servir como instrumento eglógico apreciable, hasta que el poeta mistiano dejó salir el son sencillo de sus churumbelas de carrizo. . . Las campiñas, la dulce paz profunda de los campos, el asno nazareno y paciente, el gañán y su hembra, la emoción infinita del ángelus poblado, los trigales dorados y el autóctono poncho y aún los piojos eternos de su tierra, surgieron en sus cantos ver- nácu!cs. . . Pero asoman allí, auténticamente, tales cual son, sin retóricas, vi- vos de verdad g de fuerza.. . Gihson guarda, además, una de las tres o dos almas alegres de nuestra literatura. Es un artista sonriente, en su intensa emoción. Cuando satiriza es de una fuerza temible, por la gracia y finísimo tono tolerante y mortal que imprime a su alta pluma. Todos recuerdan toda- vía, de fijo, como uno de los pocos placeres mentales que se pudieron dis- frutar hace tres o cuatro años, su epístola d,efinitiva acerca de las aventuras fi- nancistas en el extenso campo de las vanidades criollas que hiciera mister Belmont Parker, a beneficio propio y de una Sociedad Hispanista niuyorqui- na. . . Y las fuertes verdades que en discursos y versos lanzara con frecuen- cia sobre la ilustre pantorrilla de sus co-provincianos.. . Percy fué el alma de la inquietud florecida en su tierra por entonces. Y cuando salieron esa especie letrada de bardos matasietes, él los inmortalizó en el tipo biográfico ya cé- lebre de Froilán Gómez y Ochoa,. . Desde entonces se le fué encima esa manada fierabraza. . . Cierta vez uno de ellos acercóse al poeta y, en aire desafiante, le aven- turó este aserto: -Yo tengo mucho talento!. . . Entonces Percy, con unción apostólica, interrogóle rápido: --$Sí, y a dónde? El corrillo coreó a grandes carcajadas el sabroso incidente, y el odio de los otros aumentó, generoso. .. Un día vino a Lima Percy Gibson, porque la juventud universitaria promoviera un concurso poético y quería romper con la manía de entregar a los almidonados jurados sempiternos la suerte del certamen.. . Nombrara, con criterio higienista, a Eguren y Gibson entre ellos. Gibson se vino a Lima. Ese hecho, que pudo ser un acontecimiento intelec- tual, no pasó de suceso agradable para algunos muchachos que, asfixiados con la obsesión literatesca, habían desde tiempo mejor descubierto en la pluma de Gibson un grato respiradero con visión hacia el campo.. . Le conocí, con tal motivo, recitando sus versos, una tarde lejana, en el Teatro Forero. Sus poe- mas cayeron con sorpresa en el público que apenas conocía esa manera lim- pia de decir emociones, pero el aplauso vino espontáneo y el bardo recitó hasta que su mala memoria puso freno a la lengua. .. Después, Gibson vivió en Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.11 1955
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