Fénix 11, 94-125

FENIX En verdad, la imitación es un. recurso usual en la sátira, pues allana o promueve la reacción psicológica, por semejanza o por contraste con el origi- nal conocido. Por eso no es aventurado suponer que Felipe Pardo y Aliaga apeló al difundido soneto de don Francisco de Quevedo, para favorecer una inmediata reflexión de su aura popular sobre las poesías que deseaba compo- ner; y que por eso imitó también las desesperadas exclamaciones de la pesca- dora a quien el Burlador de Sevilla dejó burlada. Aquélla, enfebrecida e ilu- sionada aún por la pasión, abandona la alcoba tras el amante fugitivo, y lanza a los vientos su grito: ¡Fuego, fuego, zagales, agua, agua! ¡Amor, clemencia, que se abrasa el alma! Y el poeta hace más evidente y extremoso el ridículo de la nariz, en cuanto aplica el clamor de la enamorada a los sonrojos y las iras del fiscal: ¡Fuego, fuego! ¡Que se abrasa, que se quema la nariz! Pero, con mayor nitidez adviértese el efecto del ingenio personal en la interpretación de un tema ajeno, si se lleva a cabo una confrontación de la le- trilla titulada La nariz en venta y de aquella otra que en los albores del ro- manticismo compuso el español Pablo Mendivil, para pregonar El corazbn em venta (9) : Un corazón se vende puro, sencillo y blando, amor, amor ansiando, y nada más que amor. Un comprador pretende, cual lo es él, ardoroso. ¿Habrá alguien que piadoso ser quiera el comprador? ¿Quién me compra, que le vendo, quién me compra un corazón? Cansado de reposo, de soledad cansado, vegeta fastidiado en mísero estupor, su libertad detesta. Vivir quiere anheloso, y esclavo ser protesta de quien le jure amor. ¿Quién me compra, que le vendo, quién me compra un corazón? (9).-Cf, Mercurio Peruano: Lima, 14-IV-1829. Quizá fuera el propio Felipe Pardo y Aliaga quien facilitó el texeo de dicha letrilla para su inserción en este diario, pues a la sazon colaboraba frecuentemente en sus páginns. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.11 1955