Fénix 11, 94-125

LA NARIZ Burla el pueblo a cierto alcalde y el juzgado vocinglero invade: el alcalde fiero grita, riñe, todo en valde; que nada pudo alcanzar hasta que el medio feliz adoptó al fin de atrancar la puerta con la nariz. -De Amancaes estás ansioso ¿Mas cómo ir juntos los dos en un caballo, por Dios? Que de ese anfiteatro hermoso veamos, difícil hallo, hoy el frondoso matiz. -No: tú irás sobre el caballo y yo sobre tu nariz. -¿Qué diluvio hay en tu casa? ¿Qué fluído cae de tus altos, que es preciso andar a saltos, y aún así todo el que pasa sale de inmundicia y barro cubierto hasta la cerviz? -Es un ligero catarro de esta bendita nariz. -Paseémonos hoy que es pascua, Beatriz dijo a su galán, -Los rayos te abrazarán del sol, que (está) hecho una ascua, y no vas, dijo él con brío. Mas le respondió Beatriz: -Yendo contigo, bien mío, me hará sombra t u nariz. -La nariz me duele: buscaré remedio para ella, Nuño, con motivo de un rasguño que me hizo una pelanduzca. -Hoy tu arte me es necesario. Dale un poco de barniz: que lo que cura un armario podrá curar tu nariz. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.11 1955

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