Fénix 11, 94-125

LA NARIZ En la época lisonjera, cuando esa nariz que asusta, de la juventud robusta estaba en la primavera, ser ya el dueño pretendía pozo de sabiduría, y la nariz enristraba contra aquél que lo negaba. ¡Qué dicha, Cosme! Hoy estás lo mismo que in diebrrs illis. ?Qué te mortifica más, las narices o la bilis? Charla siempre como un loro en foro, plaza y visitas: arma contiendas malditas en visitas, plaza y foro; y en sus furiosos debates achaca sus disparates a Bentham, Destut Tracy, Montesquieu, Salas, Mably, y otros muchos que a su lado son míseros aprendices. ?Qué lo tendrá en tal estado, la bilis, o las narices? Mas cualquiera se amohina con tal desdicha. Al andar no puede desembocar sin grave riesgo una esquina. 2Quién como él no se irritara cuando, a más de ésto, la cara no puede volver jamás sin decir: "cuidado atrás"? 2Cuando no puede ¡infelices! ni acariciar a su Filis? Y así es que el pobre maldice las narices, no la bilis. Cuando en Lima se establezca vigilante policía, cuando de noche y de día se cuide que no aparezca estorbo alguno en la calle, será entonces cuando estalle Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.11 1955

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