Fénix 12, 183-213

200 FENIX (Santiago de Chi!e, 1896, t. 11, pág. 399) donde consagra sentidas líneas a su prematura desaparición: "No parece sino que en este hombre bueno y útil algún dese- quilibrio del orden moral había, que otros sabrán bien explicar, puesto que su vid:l lici sido clara y sin misterios. Conforme á lo que podía ser de su gusto, un año fué empleado de esta Biblioteca, y hubo de reti- rarse voiuritariamente para trajinar á salto de mata el pan de cada día por las imprentas, los conventos y las a.ntesa!as de los señores con título ó rótulos de Castiíla. Esta luz de claraboyas y este aire confi- nado de la biblioteca, acaso también su olor sui gbneris, mixtura de badana con cola y tirita de aceite, no eran para él apetecibles sino á sus horas, á condición de la libertad de salir, con el requisito do ser volui~tsrioa71íel recogimiento. Porque una pzradojzc akirtaba en este escritcr á la vcz de libros sustancisles y de hojas volanderas. La con- trariedad de su ser se estampaba en la persona, descuidada al sumo y ai mismo tiempo fina y atrayente. Saben algunos conocer por un no se qué a toclo clérigo secular que ha sido frai-le. Er? el continente de Torres Saldamando chillaban apretándose uno contra otro lo sagrado y lo prafai..~. Vestido de corto, había en sus ademanes algo de quien ha llevado traje talar. Si de un momento á otro se pusiera sobre-pelliz y bonete, cinta de caerse en la cuenta de la burla, hubiera uno caído á sus pies á recibir su bendición. Junto con esto se percibía que ni por índoie ni por sus costumbres caería jamás e! hombre ni en ía impiedad ni en la beatitud". De carácter humilde, de una expresión sencilla siezi~precorrecta, fácil y hasta jovial, no era posible olvidarlo al que una só!a vez le hubiera tratado. Y a través de las líneas que René-Moreno le dedica, lo vemos inmerso en sus estudios y comp!etamente ajeno a su dolor, a la miseria que lo persigue hasta en sus últimos días. Olvidándose hasta de su persona, s r entrega sereno a es- cribir y anotar los hechos de nuestra historia. "Esta Biblicteca d,el Instituto era para éi como su hoga- alnado y trariquilo, donde diciiamente estudlal,n, escrlbía y discansaba. De:- cansaba de las luchas vulgares de una vida por demás afanosa, cons- tantemente acosada por la penuria y por dependencia de mínima cuan- tía. No se le conoció jamás vicio ninguno, pero ni su11 siquiera furnor, ni apetecer manjares. La rectitud de sus sentimientc.; notoria; !a du!- zura de su índoie perf,ectamente vecina de la humildad. Si de estas prendas del carácter se juntan las de su cultivado t d e n t o amelicanista, cabe con asombro preguntarse: ¿cómo no saber canilr~arla -vida por sendero modestísiino, si ello era instintivo ó forzoso, pero á lo menos sin asperezas subalternas procedencia?". En 1830 c o ~ n i e ~ ~ z a sus actividades históricas en la vecina República del Sur, con tres artículos biográficos insertos en la Kcvisla dc Arte* y Letras de Santiago de Chile. El primero es sobre "El Doctor don Diego Hurtado de Mendoza é Iturrizara" (t. XVII, págs. 169-174, Santiagu cle Chile, 1890) dis- tinguido y eminente jurisconsu!to del siglo XVIII, que fue Rector y Catedrá- tico de ia Universidad Mayor de San Marcos. El segundo, un estudio biográfico del Padre Antsrlio Garriga (8662- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx