Fénix 12, 3-77
20 FUGA: El calvo de San Pedro, limeñas bellas, nadie le aventaja si quieren ellas. FENIX Si quieren ell as, sí, niña no moje, que si su elt o la p resa, otro la coj e o M ir a que soy peruano y tu primo h erm ano. ALCEDO, José Bernardo - Compositor y maestro, autor de! H imno Nacional, n. en L ima, agosto 20 , 1788 (?), m. en la misma ciudad, diciembre 28 , 1878. hijo de don José Isidro Alc edo, ciruj ano y maest ro farmac éutico, y de do– ña Rosa Retuerto (son fa lsos los nomb res de R osa Larraín , dados por el primer bi ógrafo de Alc edo -Félix Cipriano Coronel Zegarra-, y de Manue– la Rojas y Manuela Rozas, dados por ot ros escritores). T erminada su ins– trucción primaria y cuando ya empezaba el estudio del latín, su madre 10 llevó al convento de San Agustín, donde inició su educac ión musical bajo la dirección de fr ay Cipriano Aguilar. P ero poco adelantó allí. Entonces pasó al convento de Santo Domingo, donde fray P a scual Nieves, que te– nía reputación como tenor y organista, le hizo adelantar rápidamente. To– mó Alcedo sincero amor a la vida conventual y en 1806 se impuso el fa 'so hábito dominicano. Un año más . tarde profesaba como hermano terciario. Ya había compuesto algunas misas, motetes y otras piezas litúrgicas y te– nía a su cargo, en la cantoría de Santo Domingo, a los niños co ristas. Pro– ducida la jura de la Independencia , en 1821, el joven músico sintió los ar– dorosos llamamientos del patriotismo y concursó en el certamen promo – vido para la elección de la Marcha Nacional. Su triunfo ante seis corn– petidores, confirmado por el general San M artín , conv irtió a l obscuro her– mano terc iario en una brillante figura en aquellos días de fervor. Y reci– bió por primera vez en su vida el aplauso público, al estrenarse la Marcha Nacional en el Teatro de Lima, el 24 de setiembre de es e año, en presencia de San Martín y los altos dignatarios y patriotas que h abían de pasar, como él, a la Historia. Siguió entonces Alcedo sus impulsos patrióticos y se incorporó al batallón número 4 de Chile, en el que no s ólo actuó como maestro instructor de la banda militar sino que participó también en varias acciones guerreras, como más tarde 10 certificara en honroso informe e' jefe de su batallón. Con éste viajó a Chile a fin es de 1823 y entonces "obtuvo su licencia y separación del servicio, con gozo de fuero y uso de uniforme". en la clase de sub-tenient e de ejército. Apenas llegado a Santiago, asumió el cargo de Músico mayor del Ejército y fué solicitado como profesor par– ticular. Desarrolló entonces una actividad que duró cinco años, h asta su primer regreso a Lima. Aquí estuvo pocos meses, pues no encontró el am– biente propicio a su profesión, y volvió a Santiago el mismo año. Esta vez la permanencia fué de doce años, durante los cuales acrecentó su prestigio co– mo maestro e ingresó a la cantaría de la Catedral , "en la voz baja". No obstan– te su éxito, a principios de 1841 volvió a senti r la no stalgia de la patria y se presentó en Lima nuevamente, con el propósito de radicarse aquí. Pero tuvo tan poca suerte como en la visita anterior, y dos meses después regresó a Santiago, donde contrajo matrimonio con la dama chilena doña Juana Rojas y Cea, el 6 de marzo de 1857. Esta t ercera y última etapa chilena va a ser muy significativa en la carrera del músico peruano, que alcanza su culmi– nación en el ambiente santiaguino al obtener el título y ca rgo de Maestro de Capilla de la Catedral, que desempeñó durante di eciséis años consecuti– vos. Su labor fué unánimemente reconocida como depurador y dignificador de la música religosa e incluso como introductor en Chile del canto llano, que era completamente desconocido. A fines de 1863, sintiéndose ya fatiga– do por sus muchos años, pero alentado por el ideal de establecer en su t ie- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957
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