Fénix 12, 3-77

GUIA MUSICAL DEL P ERU 37 Viene después otro capitu!illo: "La conquista y el nuevo sistema musical", al que siguen "N uevo rumbo de la música con la in iciación de la Indepen– dencia ", "L a R epública" y, finalmente, "Armadura que deben t ener los d i– versos tonos p en taf ón ico s". Cc n el propósito de ilustrar jos ant ed ichos temas, cita hasta cinco cu adros de ej emplos mus icales, que no aparecen ( *'" * *). Si se considera la época en que Alviña emprend ió estos trabaj os, cu an– do no se había a ún est ab lecido entre noso tro s la práctica de someter a es– tudio científico las costumbres y t radicion es integrant es del folklore; si se t iene en cuenta, as im ismo, que el joven bachiller no pudo tener a su alcance bib liografía al guna ni otro p recedente que el muy precario de M ea d, y si, por último, se considera que los precedentes tr ab ajos de Castro, por su orien– tación expresa hacia el estudio científico de la pentafonia en sí m isma y no de la organografía ni de las prácticas y ceremonias de los antiguos peruanos, hubieron de ser poco útiles en t ales asp ec tos para los fin es expositivos de Alviña, hay que rendir tributo a dmi rat ivo al esfuerzo del joven musicógrafo que, como hemos visto, el propio Castro le reconoce noblemente, incluso den– tro del terreno que él mismo ha tratado a propósito de la gama indígena. Tal reconocimiento, sin embargo, no ha de oblite rar la func ión revisora de la crítica. Y así como se fijan méritos, hay que señalar errores, defectos y debilidades. Y son precisamente los mismos motivos generadore s del elo– gio, los que inducen a formular los repar os, pues la fa lt a de precedente y de material de apoyo, la fa lta ev idente de madurez para enfoca r problemas que aún hoy mi smo son objeto de pol émica, y , por último, el innegable parti pris propio del engreimi ento progresivamente acumulado po r . el descubri– dor de nuevos mundos que van a asombrar al resto de la humanidad , de jan ver sus consecuencias a través de las páginas de ambas t esi s. En primer lugar, es muy aventurada la afirmación de que "E l género de música que cultivaron los antiguos p eruanos, no era un arte y una com– binación de números. . . No tenían un sistema meditado ... " La precisió n perfecta del registro pentáfono, mantenida durante sig los, no podía de nin– gún modo ser simplemente "la libre exp ansión del sentimiento del hombre inspirado por los sentim ientos religiosos o la nostalgia del suelo nat al o pro– ducida por el amor ... " En suma, que "se contentaron con lo que la natu– raleza les ofrecía". Era demasiado simplist a la conclusión, aun en los días de Alviña. Y muy extra ña su actitud dogmática de que es "imposi ble de sa– rroliar el modo mayor por no haber elementos necesar ios para f~ri1ar e l intervalo de 3 lil mayor". Es verdaderamente in explic able que el jfven mu– sicólogo se obcecara hast a el extremo de no querer admitir --¡y, casi ni ver ni oir- la sucesión Do-Mi-Sol t an ob via en la escala pl anteada por Castro, o sea Do-Re-Mi-Sol-La. Mas como hoy están y a ampliamente deba– tidos estos temas , incluso al punto de habe rse demostrado la ex istencia de instrumentos pre-incaicos tributarios de escalas sob re abundantes, es innece – sario y hasta anacrónico insistir sobre tales tópicos; mas sin dejar de lado, así sea sólo para h ac erla constar, la afirmación referente a "Los únicos com– pases conocidos en la m úsica peruana". Si ya el propio Castro refutó a Al viña en este punto, hoy, que no en balde han pasa do ho lgadamente trein– ta años desde aquella t esis (el presente artículo se escribe en marzo de 1951), encontraría en Policarpo Caba llero F arfán a un irreductible contra- (****) Carias Vega sospecha, CO,l fundamento, qu e los d'Harcourt utilizaron t a les ej em– plos e n su obra L a Musique des Incas el ses Survivonces. D ice: .. . P arece indudab le que R. y M. d'Harccurt ha llaro n los ori gi n ales o co pias, pues en su obra capital apa recen t res, por lo m enos, con e l n omb re q ue les d ió Alviña y atribuidas a l mismo: cu ad ro 1, hu anc a, d'H .UI7; cu ad ro 2, B ala da incaica, d 'H. 19 2; cuadro 3, Pastoril, ¿'H. 193 ; Y acaso la del cu adro 4, d 'H. 179 ó 181. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957

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