Fénix 12, 3-77
GUIA MUSIC~L DEL PERU 63 (Martínez: La Catedral de Arequipa y sus Capitulares, Arequipa, 1931, p. 169 - SRS). El m ismo año de su matrimonio, 1812, el maestro se encuen– tra nuevamente en Lima. Y es entonces cu ando va a desarrollar una intensa actividad musical, que culmina en un hecho que debió de impresionar pro– fundamente a los limeños: la organización de la primera temporada de ópe– ra . La prensa limeña señala ese año como punto de arranque de un proceso escénico-musical que iba a constituir más adelante una de las más apasio– nantes aficiones loc a les. Reunió Bolognesi a unos cuantos artistas que ac– tuaban en teatro de verso y a las pocas voces que pudo descubrir en el medio, para formar un elenco que tenía por figuras principales a la soprano Carolina Griffoni y a su marido el tenor Pedro Angerellí. Eran los tenores Roldán y Antonio Barbeyto, el barítono Catalán, el bajo José María Rodríguez y , en la condición de cornprimaria, la joven limeña Rosa Merino, que nueve años más tarde iba a convertirse en la ce lebradísima primera intérprete de la Marcha Nacional. Como bailarin a, Paca Rodríguez. La empresa debió de significar al entusiast a maestro genovés esfuerzos extraordinarios en un medio absolutamente inexperimentado en tales achaques líricos, pues hubo de prepararlo todo: solistas, coro, orquesta, escenario etc. Se estrenó la Compañía de Bolognesi con I1 Matrimonio Segteto de Cimarosa, y siguieron las representaciones del más moderno repertorio de esos días: La Serva Pedrone de Pergolesi y tres obras de Paisiello : Nina o la Pazza per Amare, I1 Berbiete di Siviglie y La PupilIa ( erróneamente atribuída al propio Bo– lognesi por Sequi y Calcagnoli) . Para t an importante acontecimiento artístico, el Teatro de Lima fué objeto, según recuerda Moncloa, de notables reformas, entre ellas la pintura de numerosos decorados y de un ce lebrado telón de boca que represent aba el Parnaso, pintado por don José del Pozo y que te– nía inscrita la siguiente octava, original del Conde de las Torres: Utiles de es te Pindo refulge nte Son au xilio a h osp it álica indigencia Que Apolo, como m édico excelente, Si aquí da el metro, a llá la p rovid encia. Mi farsa es u n a acción grave y d ecente De honrosa política e influencia, y el que otro viso hallare en el que inflama, Aproveche la lu z, deje la llam a. E l clásico a lumbrado de candiles (de donde viene aquello de candilejas) fué sustituído por el entonces excitante modernismo de Jos velones. Fué así como el antiguo coliseo en que La Perricholi soliviantaba al público limeño con su repertorio de tonadas picantes y la arrogancia propia de su encum– brada posición de conquistadora virreinal, se convirtió en centro generador de un ritmo espiritual de e levado nivel, purgando su pasado de trivialidad, gracias a la decidida empresa de un maestro culto como Bolognesi, cuyo encanto anecdótico acrecienta los años. Don Andrés abrió el camino que más tarde habrían de seguir empresas mejor preparadas y de mayor cate– goma artística: había puesto 'la primera piedra del edificio lírico de la república. O el primer adobe, como correspondería a la tradición arquitectó– nica limeña. Producido el inevitable derrumbamiento, después de haber alber– gado algunos centenares de espectadores y de haber vibrado a sus aplausos, Bolognesi se trasladó nuevamente a Arequipa, donde permaneció cuatro años. E14 de noviembre de 1816, su esposa, ya reinstalado el matrimonio en Lima, daba a la Patria al que había de ser uno de sus más ilustres hijos, el heroico y glorioso coronel don Francisco Bolognesi. Don Andrés volvió a tomar, con renovados ardores, su función de músico, y en 1818 asumía el cargo de Maestro de Capilla de la Catedral, nombrado por el Ilustrísimo Arzo- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957
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