Fénix 12, 337-351
graduaba de bachiller y al fin de dos años de práctica forens:! ingresaba al colegio de aliogados. El rectorado de San Carlos importaba, p u s , la direc- ción superior de la educación e instrucción que recibía la parte más promi- L. mu- nente de la juventud de Lima, y de las principales provincias, pues da chas de ellas acudían a60 por año numerosos alumnos. El doctor Herrera prestaba el más vivo contraste con los tipos de los sacerdotes Aguilar y Vigil; pues a! contrario de estos, no perseguía el ide:al de !as virtudes pri\iadas ó del liberalismo humanitario, sic0 única y exclusi- vamente el entronizamiento de! principio autoritario y rnonarquicol como úni- co contrapeso a las revueltas contínuas en que había vivido el Perú desde su independencia. Por mucho que los peligros y desastres de aquella época se abultaran en la imaginación de doctor Herrera, nunca podían llegar a ser tan gráves y funestos como los que entrañaba una propaganda contraria á la base funda- mental de la organización poiítica adoptada desde 20 años antes; organiza- ción que a fuer de nueva en el pais, debía producir las mismas agitaciones y trastcrnos que en pueblos más antiguos y adelantados que e! Perú. Desgraciadamente la enseñanza de Herrera estaba decidicinnlente apo- yada por e! gobierno, que era en el fondo una dictadura, como tantas otras que la precedieron y !a siguieron, y contaba además con !a cooperación de todo el antiguo elemento aristocrático y ultramontano de t ima . Así es que cierto número de alumnos, el más distinguido de los cuales era José María Irigoyen, quedó formando una agrupación con~p!etamente adicta á la ense- ñanza del r e c i ~ r . En cambio, otra parte más numerosa, entre los que flgu- raban inteligencias y caracteres notables, vino a formar un bandso opuesto, á cuya cabeza figurahan José Cuálvez, Manuel Rodiíguez y otros. Acaeció por entonces !a sublevación de Lima contra e! gobierno de Vivanco, que se habia ausentado para combatir la revolución iniciada en el sur por el general Castil!a. Una de las consecuencias de la lucha política fué la creación de un nuevo colegio en contraposición al que dirigía el doctor Herrera, y que debía hacer la propaganda de los principios liberales. Este fué el colegio de GuadaIupe, que existe hasta ahora, y fué dirigido al princi- pio por Sebastián Lorente y otros distinguidos profesores. Como por desgracia se ha sacrificada todo en nuestro pais al interés político del momento, a.conteció que el general Castilla, triunfante y en po- sesión del gobierno, quiso mantener á sus alrededores á algunos elementos inteligentes 6 quienes creía necesario desarmar y neutralizar. Así fué que nombró ministro de re!aciones exteriores a don Felipe Pardo y Aliaga, y man- tuvo en el rectorado de San Carlos al doctor Herrera, á quién además agra- ció con una canongía en el coro de la iglesia de Lima. Y sin embargo todo el país sabía que ni uno ni otro de estos dos persoliajes pecaba de republica- no y demócrate. Eeerrera había adoptado como texto de derecho público in- terno e! tratado de Piñeiro Ferreira, monarquista brasileño; escribió algunos comentarios de esta obra. Posteriormente, bajo el gobierno del presidente Echenique, liberal en la forma, pero conservador en el fondo, fué enviado Herrera á Roma, de don- de regresó para ser algíin tiempo después obispo de Arequipa. En este em- pleo falleció, no dejaizdo por resultado de su doctrina ninguna huella impor- tante, ó siquiera visible en la vida política de la últime generación. Debe reconocerse en justicia que era un ta!ento notable y que poseía distinguidas dotes oratorias. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957
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