Fénix 12, 337-351

340 FENIX Lima, esta siempre recibiendo gentes desconocides, para las que nunca le faltan sus buenos modales y su acreditada modestia. Tal es Vijil, sin que hayamos hecho si1 biografía, ni diclio de él la centésinla parte d i lo mucho bueno que habría que decir. EL GENERAL GAMARRA Era como hombre privado un perfecto cabailero. Afakle en su trato, generoso, instruido y elocuente, al extremo de haber, con una ::nla palabra en quechua, hecho arrodilfer de un golpe a 12,000 indios en e; Cczco, a quienes arengaba. Sabía bien e4 latín, el fraccés y hablaba el casteí!aao como un madrileño. Sirvió en e! ejércif:~ español hasta. la clase de corone!, sie:rdo cuzqueño de nacimiento, y fué el único general peruano en Ayac~irho,desempeñando el cargo de Jefe del Estado Mayar General. Como político perdía todas sus buenas cuslidades perronafes. Introdu- jo las sublevacioses de! ejército, por echar abajo al venerable genrraí Lamar; estimuló el odio a los extranjeros, porque entre ellos había jefes más merito- torios que él, como Necochea, Lamar y Miller, que al servicio del Perú te- nían !os mismos derechos po!íticos que él; tuvo por sistema atraerse a sus enemigos y descuidar a sus amigos. Puro de peculados, dejó enriquecerse a los jefes de cuerpos, prefectos y subprefectos, por medios reprobados. Su ambición de mando :o condujo a engaiiar a un tiempo a Santa Cruz, a Orbegoso y a Sala.verry; y después de haberse rebelado contra Lamar, en Piura, en 1829, volvió coritra Santa Cruz las armas que éste le diera contra Or- begoso, emigrando después de perder la batalla de Yanacocha, cerca del Cuzco, en 1836. Volvió al Perú en 1838 con el ejército auxiliar chileolo, y tornó el mando de la República, a consecuencia de !a batalla de Yungay el 20 de enero de ese año. Al siguiente, 1839, reunió un Cor?greso en 1-Iuancayo que dió al. Perú una mala constitución, la que duró más que ninguna, po.rque el! Perú parece condeaado a que en él dure sólo lo malo. La esclavitud del afri- cano, que tocaba ya a su término en 1840, fué prolongada por ese Congreso indefinidamente. Con esa Constitución, hecha a su amaño, pudo gobernar Gamarra hasta 1842 (*), no sin a!armas con 1u ~ n b i c i ó n de Vivanco que se pro- nunció e n Arequipa 1840. El temor de que Santa Cruz (sil coco) volviese a imperar en Bolivia, le hizo emprender una campaña contra el ejército boliviano que se silblevó a Eavor de Santa Cruz desconociendo la autoridad del Presidente Velazco. Mas, al acercarse Gamzrra, el ejército bo!iviano, siempre muy patriota, le quitó el pretexto de invadir a Bolivia, proclamándose por Ballivián, que Gamarra les llevaba a retaguardia del ejército invasor peruano. A pesar de P S ~ O , Gamarra siempre invadió a Bolivia, y el mismo Balli- vián lo derrotó en Incab.ue, donde murió con alguna gloria en el campo de batalla: con el pabaellón peruano en su diestra. Gamarra ha sido el objeto de muchos odios políticos, mas de 10s que le hail sucedido ninguno ha valido lo que él, ni como político, ni como mili- tar. Los afectos a Lamar jamás congeniaron con él, y éstos son los que más han contribuido a oscurecer su nombre. Sin embargo era hombre de valer. ( * ) Adviértase el error cronológico, pues G ~ n ~ a r r a murió en la batalla de Ingaví, el 18 de noviembre de 1841. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957

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