Fénix 12, 78-141
DON RICARDO PALMA EN COLOMBIA 87 en 1854; y en 1853 la "Corona patriótica", en la que anota: "Hijo de Amé- rica, he saludado el sol de julio, el sol de la libertad y mi fe de cristiano ha consagrado al santo de Israel un himno que vibra en lo más íntimo de mi corazón". En 1855, se estrena "El pabellón peruano" de Luis Benjamín Cis- neros. El tema nacional aparece entonces en toda su antes desconocida mag- nitud, ya sea en la riquísima tradición colonial cautivante con el oro de sus cortes virreynales, henchida del misterio de scis santos, apasionante con sus intrigas de amores ocultos, épica en las cruentas aventuras de ics guerras ci- viles y de la afirmación de la conquista; o remontándose unos siglos más, has- ta alcanzar la época imperial y la mítica existencia de pueblos y naciones in- dígenas, cuyos personajes tenían ya consagrado un arqzetipo tan atrayente en la AtaIa de Chauteaubriand, antecedentes inmediato de la Pubenza de Ar- boleda y de la heroina de "Flor de los Cielos" de Pa!ma. Puede volverse a citar, en este momento, el poema de Márquez "Manco Capac", el drama de Salaverry "Atahualpa", escristo en 1854, y la novela "Gonzalo Pizarro", de Manuel A. Segura (1856 ? ). A título de anécdota, también cabe recordar que, como Secretario de la LegaciGn granadina en Lima, que regentaba Ma- riano Arosemena, llegó en esos mismos años Felipe PErez, cuya "Geografía General de Colombia" le daría merecida fama ,pero que en el Perú se enca- minó por otros rumbos atraído por las ieyeridas incaicas, con las cuales com- puso una serie de novelas históricas: "Atahualpa", "Huaina Capac", "Tupac Amaru", "Los Pizarro" y "Jilma" -continuación de la anterior-, para ter- minar con un drama en verso y en cinco actos, "Gcnzalo Pizarro", editado en 1857 y puesto en escena al año siguiente en Bogotá, con gran éxito al decir de las crónicas de entonces. Justo es también hacer mención que la "Histo- ria de la Conquista de? Perú" de Guillermo H. Prescott, can sus "Observacio- nes preliminares sobre la civilización de los Incas" qu,e abarcan czsi una quin- ta parte de la obra, había alcanzado en 1854 su segufida edición en español, habiendo sido la primera de 1847-48, y que su amable, por romántica y li- beral, descripción de las costumbres ;ndígen.as , servía para revivir el cuadro maestro del Inca Garcilaso, cuya lectura había permanecido lnterdicta en las últimas décadas del Virreynato. Este interés puesto al día con la aparición de las "Antiguedades Peruanas" d,e Mariano E. de Rivero y J. D. Tchudi, movería a Lorente para redactar SU "Historia Antigua del Perú", escrita en esa misma década, y, al parecer, la primera síntesis didáctica publicada entre nosotros, simultáneamente con el "Compendio" de Manuel Bilbao. Representó Arboleda, como queda dicho, un ejemplo vivo del nuevo espíritu y es éste, seguramente, el aspecto miis interesante de su estancia en Lima: Fué por el atractivo de su múltiple personalidad, de su amplia cultura, de su genio literario, de su estro poético y, además, por su versión tan singu- lar de las nuevas formas románticas, que debió tener un ascendiente muy grande en los jóvenes de su tiempo y, particularmente, en Palma. Como sucede con frecuencia, se ha exagerado también en este punto Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957
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