Fénix 12, 78-141
DON RICARDO PALMA EN COLOMBIA 8 9 Julio Arboleda en prenda de fraternidad y cariño", en 1855. Más tarde, en "Pasionarias" (1870) también se incluye y, ya mue-to cl poeta gi-anadrno, la dedicatoria dice "A mi amigo y maestro Julio Arboleda9'. Luego se reprodu- ce .en "América Poética", la selección publicada en 1874 por José Cortés; y, al parecer por última vez, en "Poesíes de Ricardo Pn!r,la", incorpo- rado a "Juvenilia", en 1887. Tambien aquí sigue ofrecldo "a mi amigo y maestro Julio Arboleda''. Dos años después, :i: revisar el tr:!dicionista su producción literaria dispersa en diarios y revistas, encontró su crenc~ó~i juve- nil y anotó al margen: "Esta leyenda mía es bien malita. R. P. (1889)". (8). En apoyo de estas consideraciones bastaría agregar e! testimonio de Angélica Palma, en quien, a impulso del amor filial y de la devocibn lrlcia el padre, se produjo una maravillosa transmigración que :a cori~:,rtió en1 iiil relicario viviente en el cual siguieron aieritando la memoria y Ir,s recüesdc; de don Ricsrdo. Según Aiigélica, Palm:i, tuvo por Arboleda cariiio de disci- pulo y agrega "Persistió el afecto y creció la admiración c c i ~ el trsnscurso de los anos. En Arrulonías, su segundo volumen de versos, prot+sta Pa'11;a con dolorido e indignado acento del asesinato de Arboleda". LES circunstrincias que rodearon ese siniestro atentado, del cual parece que 1-3 víctima tenía recóndita premonición: "pero ya que matais, matad de ba!de.. . Y ved; no me asecheis en los caminos con viles y cobardes asesinos; la bala que de frente me señala msta tan bien como cualquiera bala", (9) . perpetrado por crimicales a sueldo y por !a espalda, en la misma rombría montaña de Berruecos que había sido testigo de la muerte de Cucre, conmo- vió hondamente a su amigo -desterrado en Chile-- cuya reacción, dentro de su lirismo, es de violenta imprecación: "En la estrecha montaña que una tarde regara con su sangre generosa el héroe de Ayacucho, misteriosa y traidora, y cobarde, para mengua del suelo granadino, :a mano alza otra vez un asesino. De la subiime democracia en nomhre, que acepta al bueno, que rechaza al malo, se ha asesinado a un hombre.. . al cantor de Pubenza y de Gonzalo! ¡ESO dirá la Historia! (8) '(El Jntérprete del Pueblo", Lima, edición del 10 de mayo de 1852 (Biblio- teca Nacional de Lima). (9) C f r . M. A. Caro, op. cit., p. 103. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957
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