Fénix 12, 78-141
DON RICARDO PALMA EN COLOMBIA 9 5 perseguida con vocación profunda y un tema sobre e! que volvía una y otra vez con reiteraci~ónindeclinable. Basta con recordar su proyecto de realizar el "Parnaso Americano" que la amenaza de un conflicto con España posterga, en el cual "mi comisión -dice con mdestia- se reducía a subministrar los trabajos de los poetas argentinos, chibnos y bolivianos. Lozano (Abigail) ha reunido lo relativo a los colombianos y Corpancho (Manuel Nicolás), que se halla en México como Ministro del Perú, me comunica por el último va- por, que cuenta ya con lo más escogido de las producciones mexicana y ha- banera". Años después, este intento se logró parcialmente en la "Lira Ame- ricana", publicada en París en 1865 (14). Y aún cuando no tenga otro motivo que la curiosidad, está siempre ron la mirada tendida sobre su mundo: "No veo en las prensas de Chile, Bolivia, Colombia y el Perú ni el anuncio de un libro nuevo". Su pasión bibliográfica tiene constantes específicas y una de ellas es su cervantofilia, pero siempre dentro de! matiz continental, que lo lleva a indagar todo cuanto dice en relación al Quijote y a las Indias. Pero, por encima de todo, es un convencido de que "en América vivimos enamorados de la lengua y se !e tributa entusiasta culto" por 10 que "todo buen español debe agradecer a los americanos la pasió:~, diré mejor, la ma- nía que tenemos por la pureza del idioma". En esta materia, el criterio de Palma es muy cono cid^, ya que debió librar incesante bata!la para dar al idioma la plasticidad y elasticidad nece- sarias, todo ello sín mengua de lo castizo, a fin de que el diccionario no fuera un cartabón demasiado estrecho ni Ia Academia la encargada de tender un cordón sanitario entre España y América. Peiw esa lucha la empeñó en nom- bre de América y a los vocablos consagrados por el uso !es llamó "america- nismo" en oposición al despectivo tratamiento de "ripios ultrzimarinos" asig- nado por Valbuena. Sobre estos tópicos, merecen especial mención las cartas cambiadas con Anibal Galindo, reproducidas tanto en los "Recuerdos Históricos" del co- lombiano como en el Epistolario palmeano; y, naturalmente, su admiración por Cuervo, a quien cita a la par que a Bello y que a Montalvo; y por Caro, de cual dice que "maneja el idioma como Menéndez Pefayo, como la Pardo Bazán y como D. Juan Valei a" ( 15). Se llega, así, a este rincón, envuelto todavía en cierta penumbra de su archivo epistolar en e! que, a guisa de dato curioso para !os que quieran pro- fundizar el tema, es bueno recordar que entre los tomos, tan pulcramente catalogados y ordenados, hay uno de "Correspondencia literalia" que abarca los años 1883 a 1889, que comprende 130 cartas, todas de sus interlocutores colombianos, entre los cuales, además de los más notorios, como Rufino J. Cuervo y José Asunción Silva, figuran tsntos otros ya que -como recuerda (14) Ihid., p. 10. (15) Acerca de la obre de Cuervo, es pertinente citw Ia cnrtn de Palma, de 6 de marzo de 1912. reuroducicia por Frav Peciro Faba en el T. 11 dc su c5ia "Rufino losé . Cuervo y la lengua castcllana". Bogotií, Arboleda y Vulencia, 1912. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957
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