Fénix 12, 78-141
DON RICARDO PALMA EN COLOMBIA 99 Iívar envenenado?, conteniendo la carta dirigida a Palma sobre aquel ctsun- to, desde Bogotá, el lo de octubre de 1908. E! señor homónimo del héroe caraqueño era ya antiguo amigo de D. Ricardo, desde los días de Madrid pues habían alternado en las conmemoraciones del cuarto ce~tenariodel des- cubrimiento de América y -muy fin de si6cle- en e! congreso cle librepen- sadores. Y para poner punto a estos datos, presentados quizá con incongruen- cia, vienen a la memoria los versos a los que su autor bautizó como M I ULTIMA TRADICION De Bogotá arzobispo fué e! señor Cuero, que era un sabio y un santo de cuerpo entero. El Domingo de Ramos, cuando él misaba, la misa en un momento finiquitaba, pues del largo Evangelio nunca leía más de un par de versículos, y así decía: -Perdona, evangelista, si más no leo. Basta de p. . . arnplinadas de San Mateo. LOS MARARONES En 1881, en el íncendio de su casa de Miraf!ores junto con una bi- blioteca de 4000 volúmenes, desapareció el manuscrito de una novela que Palma tenía en preparación. De ella sólo se conoce el título y, vagamente, el tema general y, dentro de éste, la figura del principal personaje. Era una novela histórica, inspirada en las entradas y descubrimientos de los años de la conquista, de cuyas lejanas nieblas emergen los siniestros perfiles de hom- bres como Lope de Aguirre, cuya sola mención aterroriiza, a la par que las no- bilísimas figuras de quienes, como Pedro de Urzúa, reprzzentan las virtudes de un varón recto y de un castellano heroico. En las "Siluetas" que traza Palma para delinear algunas semblanzas ca- racterísticas de esos tiempos, se adelanta !a de Lope de Aguirre el Traidor y allí se da a conocer algo de lo que, probablemente, fué el germen de su frus- trado relato, perdido antes de haber sido concluido y que, por su extensión, no pudo, luego, ser rehecho. Debió ser obra dse aliento y el fruto de una cui- dadosa investigación histórica, de una prolija recopilación de datos y porme- nores, como se desprende de la proliferación de fradiciones relativas a las dé- cadas del 30 al 60 del siglo XVI, los años de las conquistas de hombres y de tierras y de las luchas civiles, cuyos protagonistas -como el marstre de cam- po Francisco Carbajal, el Demonio de los Andes- son tan clel gusto de don Ricardo. No es de extrañar que una figura: Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957
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