Fénix 12, 78-141
FENIX ". . . .siempre a la vista despreciab!e, por ser mal eccarado, muy pequeño de cuerpo; flaco de carnes, grande hab'ador, bullicioso y charlatán; en compañía ninguno más temerario ni solo más cobardc; de ánimo siempre inquieto, amigo de se.cliciones y alborotos; .y así en más de veinte años que vivió ten el Perú, aunque sil ejercicio era domar potros y hacer caballos, no hubo levantam~entosni motín en que no tuviese prenda. . . . para que a costa de tanta sangre como drrramó inhumano, quedase eccrna fa memoria de su bárbara impie- cl:td, screditándose cle f~e r aentre los hombres", Ilatnase la atención de Palma y penetrando en su vida de vio'encia y de co- rrerías inauditas, a pesar de que "asusta y da tenzblor de nervios asomarse al abismo de la conciencia de algutios hombres" como este Aguirre el Loco, terminase por componer una obra de xayor importancia, quizá la que, re- clamada por Darío, tanto se ha echado dc menos por quienes suponen que su producción pudo cu!minar en algo más que en una tradición. No es esa una opinión generalizada, felizmente, ya que novela alguna podría superar al género del que Palma fué creador, pero en gracia a la curiosidad del hecho, vale la pena anota7-de donde obtuvo el material básico para su intento, a más de los cronistas generalmente conocidos. En Ir? "Si!u-2s" mencionado, cuenta cómo Aguirre se juntó a !a expr- dición que, e13 IdIoyobílmba, preparaba el capitán Pedro de Urzúa, cuyas ha- zañas en el Nuevo Reino de Granada !e habían granjeado positiva populari- dad. P-nsaba éste llegar a las riberas del Marañón, en busca de una tierra que, según sus noticias, era tan abundante en oro, que sus pob'adores se acos- taban sobre lechos del precioso metal. Esa tierra legendaria, en la que le mente codiciosa de los conquistadores asentaba el Dorado, tenía una existen- cia real en el alto Marañón, en el río Santiago, pero sus placeres auríferos eran menos importantes que lo imaginado por esos soñadores de riquezas. Tales ansias fueron el motor de las primeras entradas en los misterios de !a Amazonía, iniciados a impulsos del Virrey de Lima. Moyobamba les sirvió de punto de partida en la conquista, en la misma forma que fué el núcleo de la expansión de Maynas durante la co!onia y el centro del moviiniento eman- cipador de esa Gobernación, llegada la hora de la Indepecdericia, siempre dentro de la integración geográfica, de la jurisdicción política y del complejo nacional peruano (20). Eope de Aguirre se presentó a Urzúa acompañado de una hija de once años y de una aragonesa, su manceba, llamada la ñorralba. Don Pedro, a su vez, llevaba a su lado a la bellísima doña Inés de Atienza, limeña, hija del conquistador Blas de Atienza, limeño, favorito del Marqués Frsncisco Piza- rro. Grande fué el nílmcro de los aventureros alistados bajo !as banderas de Urzúa, pero las fatigas de la expedición terminaron por desmolizarlos hasta que, encabezados por Aguirre, se alzaroia contra Urzúa, asesinándulo en compa- ñía de su dama. Los amotinados proclamaron general, primero, y luego, Prín- (20) L. Ulioa, "&S riqlieza aurífera dcl río Sailtiaqo y de su zona", en "Boletín de !a Sociedad Geogrifica de Lima", T. XXXIII, pp. 123-51 y 295.312 y T. XXXIV, p. 94-106. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957
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