Fénix 12, 78-141
DON RICARDO PALMA EN COLOMBIA 8 1 Al reducido ambiente de la Lima del medio sig!o, en el que las galas del Gobierno de Echenique disimulaban apenas su condición de ciudad afdea- na, venía este gran señor de las letras y de la espada, luciendo, a mayor abun- damLento,una rigurosa fila de ascendiesites que enarbolabzln sus blasone; cas- tellanos al tope de sus lanzas insurgentes y cuya prosapia describía con no recatado orgullo: "Soy sobrino -decía- de Manuel de Pornbo, cuya sangre, derra- mada en la plaza de Bogotá, fecundó el árbol de la libertad. Fran- cisco de Ulloa, aquel joven gallardo que murió por la libertad y por su palabra, y cuya digna familia, antes opulenta, ha dejldo la rnpLi- blica en espantosa mendicidad, era mi primo. Francisco José de Caldas, el varón sabio y justo, a quien mató la tiranía, era mi tío. Arltonio Arboleda y los demás hijos de Popayán que padecieron g murieron por ia libertad, cuyos nombres son los últimos títulos de gloria con que cuenta esta pobre ciudad perseguida y arruinada, to- dos eran parientes míos. . ." (2). No es de extrañar que al anuncio de su nombre se abrieran, de inme- diato, los s a l ~ne sy que personajes como don José Joaquín de Qsma, Presi- dente de la Cámara de Diputados, que acababa de reemplazar a don Bartolo- mé Herrera en el Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores, le brinda- ran su amistad y, lo que podía ser muy necesario, le ofrecieran su apoyo eco- nómico, que Arboleda agradeció cumplidamente pero no aceptó. En el destierro, encarnaba la oposición al General López, don Hilario, de quien se suponía en el Perú que simbolizaba un régimen de tolerancia y, sobre todo, de respeto a la sagrada libertad de imprenta; y su llegada agudizó la polémica que ya venía des3rrollándose, frente a quiencs, en las pági~lasdel "Correo de Lima", por inspiración de Mariátegui y de Lazo, satirizaban su abolengo y a los cuales respondería con sus conocidos conceptos: "En vano ostentará el magistrado su liberalidad con frases galanas de mentida filantropía; que si deja atacar nuestras personas, o vio- lar nuestras propiedades, o destruir escuelas y universidades; si per- mite que el honor de nuestras esposas y de nuestrzs hijas esté a dis- posición de forajidos estúpidos; si perdona o no persigue n los de- lincuentes; por más que hable y arguya diremos que su ?iberalidad es !a cosa mAs semejante que hay en e! mundo a la tirünís, y senti- remos fuertes y justas tentaciones de cambiar nu'estra libertad bas- tarda e insoportable por cualquiera especie de serv;dulribre menos onerosa y degradante" (3). De su presencia en Lima se encuentran huellas en "El Comercio", "El Intérprete del Pueblo" y en unas cartas políticas, de impecable contenido Ió- gico y de ática factura, que bajo el seudó~ímode El drop i f o dirigió al Prc- sidente de la República. (2) Cfr. M. A. Carc, "Estudios de Crítica Literaria y Grrm~tical", Rib1:at:xa de la Presidencia de Colombia, Bogotá, Imprenta Nacloi~,n!, 1955, T. 1. 1' 64. ( 3 ) Ibid., p. 87. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957
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