Fénix 12, 78-141

DON RICARDO PALMA EN COLOMBIA 13 1 La época de los Vi-reyes lleg6 á nosotros preñada de fábulas y como ia ezicarnaclóri de! vicio; parodiaiido en menor y mas ridícula escala la corrupcion de la córte tic Luis XIV. Todos los potentados se r,os ofrecen corno imitadores de Richeiieu; por mas n:o ri93 resist~mos 3 engaiexar con la ccrrupcion una sociedad naciente. La juventud no podia clevarse ni por sus virtudes ni por su intelijerxi?. Una tnc- no de hierro la detenia en su carrera. Hoy la intelijencia se vende, se pone en [4] mercado 1.a virtud: y solo así, solo humillándose como reptil puede medrar un jóven. Lo que vá de siglo á sivlo! Antes se buscaba en un ;&en la hipocresía; hoy sc le ofrece iIn -::;ve~iir á truequ2 de prostituir su conciencia. hemos ganado? CAPITULO 11 DONDE SE VE QUE UKA MIRADA MOTIVA UN CASAMIENTO Lida Ramircz era hija del Coade de Barneto, propietario de una hacielida situsda á pocos pasos del lugar donde hoy se encuentra la iglesia de Nuestra Señora del Cárrnen de la Legua. Si habeis ido al Callao en dilijencia y no por el camino de hierro, os habrois acaso visto forzados á visitar ese templo y dado una limosna al viejo re!ijioso que hace á la vez los oficios de sacristán y demandero. Acompañndrne entonces, lectores, á esa iglesia en una fresca mafiana de Abrii del año 1624. Un jóven oficial que en un brioso alazan se dirijia al puerto, en?ií> al templo que por aquellos años era tan solo una capilla. Los poetas han dicho siempre que !a mafiana en el campo es alegre, sin einbar(ga, hay seres para los que nada puede inspirilr mayor melancolia. El leve mur~nullodel aura que mece los penachos de los irboles, 13 calina icterrum- pida 151 por el canto de las avecilla.;, el tañido de las campanas que se oye en lontscrnzo? el sol que se alza entre confusas y pardas nubes; todo, todo hace creer que la naturaleza se le- vanta de una tumba en la que se acostara despues de los desordenes de una orjía. En la soledad mas que en otras partes se inclina el hombre á pencar en el Hacedor. Los sentimientos relijiosos se despiertan en el alma cor? gran fuerza y sin pensarlo quizás, elevamos Ia vista al cielo, e1 pensamiento á Dios. Entocces e! hom?>re JI el poeta cristiano son un solo ser. Se exhala el corazón eii armonia y el alma toda, es un críntico que sube puro, como los primeros rayos del sol, hasts el trono de la divinidad. E l oficial cruzó la capilla y fué á arrodillarse ante el altar de María. Al levantarse otlscrvó á pocos pasos de él una mujer que oraba. Era imposible des- cubrir sus facciones al través de la semioscuridad de la capilla. Esa uniformidad de circunstancias, enjendró en el jóven una especie de sinipatia por aquella mujer. iAnjel del misterio y del dolor que demandaba una gota de miel que endulzase el acibar de sus amarguras! Tal vez era desgraciada! E l oficial estaba inmóvil. Una de las ventanas impelida por el viento, dejó penetrar un rayo de sol, y rne:cec! á él, pu- [6] do á sus anchas contemplar un rostro lleno de encanto. Diecisiete años podia tener á lo mas. Llevaba sueltos sus negros cabellos sobie una espalda blanca como el armiño: dos ojos negros y rasgados reflejando sentimiento y vida, daban espreslon á ese anjel cuyo conjunto de perfecciones formaba una mujer. Tan arrobada estaba en su plegaria que no observó la avidez y fiereza de las mi- radas del jóven. En su reliiiosa y candida absorciori, habria inspirado á Rafael ur,a obra inmortal. El Tasso mismo ;o habkia rehusado cantarla y ligar su beileia ccn la de Eleonora D'Este. La atmósfera de castidad y beatitud que la rodeaba, impclia al jóven á respetarla. Las diversas emociones que esperimentaba :era amor?. . . No descorramos el velo que cubre los misterios del corazon. De pronto sus miradas se encontraron: el pudor coloreó las pálidas mejillas de la jóven y él sintió todo su sor estremecerse. Cuanto en esa mírada se dijeron no puede . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . traducirse por palabras.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Desde ese dia, el oficial asistió á la capilla para contemplar á la belia desconocida que iba á orar por la memoria de su madre. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957

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