Fénix 12, 78-141

82 FENIX Había llegado con un grupo selecto de colombianas, los más de Po- payán, entre ellos, su hermano Sergio, Vicente Cárdenas, Juan Crisóstomo Uribe, Rafael María Giraldo y Manuel María Mal!arino, todos quienes en- contraron en Lima acogida amplia y sin reato y aún estímulo de los sectores políticos afines. Dejó Lima en 1853 y antes de un par de años, en la capital de Cundinamarca, tenía lugar un nuevc encuentro entre dos de los antiguos desterrados, pero ahora en circunstancias muy drferentes: Recibía las insig- nias del mando supremo el seMr Mallarino y le daba posesGn el Presidente del Congreso con estas palabras cuya eufonía es característica de la prosa de Arboleda y que bien merecido tienen el recuerdo no agotado de varias gene- raciones: "Raras vicisitudes las del mundo, señor Vicepresidente! Pocas vuel- tas ha dado el sol desde e! día triste en que, desterrados y aflijidos, nos apretábamos las manos y suspirábarncs por las playas verdes de la Nueva Granadu, tendidos ambos y cavilando sobre los arenales tostados y estériles de un país extraño. Hoy me toca a mi presidir la primera y más rzspetable corporación de mi patria, y seña'aros a vos, vacía, para que subáis a ocuparla, la silla de la Primera Ma- gistratura . . . Pero no os alucine este re'ámpago de dicha -si di- cha puede liamarsr-, que en esta nación valiente y orgullosa, tan fácil es pasar del destierro al solio, como del solio a la barra del Senado" (4). Aludía a! caso, en cierta forma paralelo al suyo, del General Oban- do, quien desterrado también en el Perú, había franqueado la distancia en- tre su retiro en la Quir~tadel Prado que ocupara como inquilino, y la Presi- dencia de Colombia, para caer, triunfante la revolución de 1854, en la triste condición de reo de alta traición. Arboleda también había llegado al Perú en la misma precaria situación, después de cruzar el desier.to de Sechura y los arenales del Norte. Obando había atravesado la selva siguiendo los ríos Putumayo y Marañón hasta alcanzar Truji,llo. Al partir de Lima, Arboleda dejó unos versos como ofrenda de su gratitud: "Me voy de Ias playas alegres, süaves Do el Rimac corriendo tranquilo murmuila, Do e! céfiro alienta, la tórtola arrulla, DO nunca ha negado sus rayos el sol!" Su llegada coincidió con la aparición en el mundo de las letras de to- dos aqueTlosque, pocos años después, vendrían a constituir la generación ro- mántica y a quienes, poco más o menos, doblaba en edad: Althaus tenía 17 años, Palma 18, Márquez 20, Corpancho y Salaverry 21. Fácil es imaginar la impres:ón que debió causar en esos espíritus ansiosos de nuevas formas de expresión para sus sentimienbos, oir de labios de Arboleda, en su idioma original, "La Peregrinación de ChiPd Harold" de Byron, capaz de colmar la (4) Cfr. A, G6rne.z Rsstrepo, "Historia de la Literatura Colornbiina", Biblioteca de Autores Colombia~ios,Bogotá, Editorial Ccsmos, 1953 (Ediciones Oc la Revist-i Eolívar M;i~isterio de Eiiuc~ci6riNacional), T. IV (3" edición), p. 115. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957

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