Fénix 12, 78-141
DON RICARDO PALMA EN COLOMBIA la flor ante la brisa matutina; acá el arroyo por la selva suena; y vese el llano y su pintada alfombra que interceptan los montes con su sombra. Y la fruta silvestre, donde toma su grato olor la brisa pasajera para mezclar e! de la flor su aroma; y el canto de la tórtola agorera, cuando la noche en e! Oriente asoma; y el variado matiz de la pradera, que gusto, olfabo, oído, vista halagan, y deleitando el cuerpo, el alma embriagan. . . . . . Hay en el corazón de la montaña raudo torrente, que de brega en breña, cln una sima a otra sima se despeña, y como en un sepulcro va a correr. Ronco rodando, y turbulento siempre, estrella sus hirvientes borbotones sobre enormes y negros pedrejones, y conviértese en nieblas al caer. Ante la masa de sus turbias ondas que al abismo frenéticas descienden, aquellas nieblas móvi!es extienden un velo denso de flotante tul; y al través de sus pliegues misteriosos vese re!ampaguear la catarata cuando, en rápida ráfaga, desata y mece el viento el cortinaje azul. Es el primer delito como el lurte que el huracán de los nevados lanza: rueda! y en cada giro crece, avanza, en mole, y movimiento, y solidez. Rueda! de cumbre en cumbre despeñado, las selvas sordo, con estruendo, arrasa, hasta que al finn le rompe y despedaza con estrago, su propia rapidez." En otra describe a su heroína, Pubenza: "Dulce como la parda cervatilla que el cuello tiende entre el nativo helecho y a la vista del can, yace en acecho con sus ojos de púdico temor: pura como la cándida paloma que de la fuente límpida al murmullo, oye, al beber, el inocente arrullo, primer anuncio de ignorado amor. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.12, 1956-1957
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