Fénix 14, 3-95
6 FENIX empeño la idea del P. Zefiris, y por su aplicación volvió después de al- gunos años á revivir la música, que se con~unicó á los pueblos de San Joaquín de Omaguas, de Napeanos, y a otras varias reducciones que man- tuvieron singularmente las canciones de lengua inga por todos los días de la semana. "En San Joaquín de Omaguas empezó a florecer la musica desde los años de 1723, en que tomó mejor forma el pueblo con la mudanza que de él se hizo al sitio donde existía el año del arresto. Su primer misionero el P. Zurmillén, empezó desde luego á ensezar á algunos jóvenes la célebre Misa cantada, que había establecido en el pueblo de la Laguna, y tuvo la fortuna de que sus sucesores no se descuidüsen en los años siguientes de llevar adelante tan lindo establecimiento para atraer á las gentes. Bastc para prueba, que los Yamecs, poco antes pacificados por los contornos del pueblo, salían á bandadas de sus bosques, pos sólo oir cantar á los chi- cos Omaguas en la iglesia, y después de fundados sus pueblos, repetían viajes á San Joaquín, así hombres como mujeres, por el gusto que halla- ban en el canto. Hubo también un indio Omagua á quien los misioneros hicieron aprender en Quito á tocar el arpa, que con ~ i n rabelista enseñado por el P. Brayer acompa5aba el canto con gracia, realce y consonancia. "Pero una peste de sarampión, que por los asos de 1749 hizo grande estrago en este pueb!o, reduciendole á la mitad de la gente, acabó con los mejores cantores y con los que sabían tocar varios instrumentos. Sólo quc- claron vivos tres que mantenían el esti10 de la Misa cantada, y un violi- nista que, aunque tocaba con aire y con destreza, no servía de mucho para la Misa, á cuyo canto no se acomodaba bien la calidad del instrumento, y sólo se servía de él para que acompañase en el canto de las coplas de la lengua inga. Era misionero del pueblo de San Joaquín, en el tiempo de tanto estrago, el P. Martin Irizrte que como aficionado a la música, inteligente en ella y como quien conocía bien por la mucha práctica cuánto conducía su uso para atraer á los gentiles y para confirmar á los recién sacados del monte, tuvo mucho sentimiento por la falta de sus cantores y tañedores de instrumentos. No pudo remediar el daño tan presto como quisiera. porque en la ausencia que habían hecho los indics de algunos pocos meses, á causa de la peste, habían quedado las casas casi del todo arruinadas, y les fue preciso aplicarse á formar de nuevo el pueblo, como lo hizo, tirando las casas á cordel, y sacándole con tan buen aire y tan buena planta, que mereció los aplausos, y aun se llevaba la admiración de los que le vieron. Había también el viento derribado la iglesia antigua bien ordinaria y algo estrecha, y logró en esta misma oca- sión hacer de tapias otra lucida y hermosa, que era sin competencia I t i mejor de toda la misión de Mainas. "La nueva iglesia pedia nuevos cantores y desembarazado el padre de tantas tareas, tomó con singular empeño la ocupación de imponer en la música á algunos jóvenes. La aplicacion iué continua por más de dos años, en que con la ayuda de un mocito español de la ciudad de Lamas Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.14, 1964
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