Fénix 14, 3-95

GUXA MUSICAL DEL PERU 7 de bellísima voz, y muy diestro en cantar Misas, unas en tono más solem- ne que otras, enseño a los niños y mozos Aanaguas á cantar con aire, dulzura y gracia cuanto se podia desear, asi en la iglesia como en pro- cesiones y viáticos. SÓ!o faltaba el acompañamiento de buenos instru- mentos porque los clarines y cornetillas que habían aprendido ya los Qma- guas, no eran del gusto ni agradaban al oído delicado del misionero, eI cual, pasando despuEs al pueblo de la Laguna por superior de misiones, logr6 introducir arpas y violines que decían mejor con el canto, y eran más dukces y agradables á cuantcs asistían 6 las funciona de iglesia. "Fu6 de mucha importancia haber ensefíado el P. Madín Iriarte i los Omaguas á leer y escribir, para la inteligencia precisa de notas y de? tiempo de la música, y para aprendcr á tocar y cantar por punto en pa- peles que se les diesen, porque con esta inteligencia y su mucha aplica- ción aprendieron en poco tiempo dos mocitos Omaguas, enviados ii Li- ma, á tocar con habilidad y destreza, arpa y violín, de manera que igua- laban a seis mismos maestros, conccdiéndoies éstos 1116s aire, gracia y pu- lidez en el manejo de los instrumentos y no menos inteligencia en tocar- los. Perfeccionados ya en e! ejercicio, de tocar arpa y violín, volvieron de Lima á los dos años y medio 6. su patria de San Joaquín, y empezaron á servir con admiracibn y aplausos de sus paisanos en la iglesia. El genio alegre, jovial y naturalmente inclinado á oPr instrumentos de la nación, recibió con mucho gmto á slis naturales, dándose los parabienes de te- ner ya en su pueblo gentes de su mismo gremio proporcionadas para tocar instrumentos correspondientes al hermoso templo, y quisieron tener el gusto, tan natural á su genio, dc oirlos tocar á todas horas; pero no permi- tiendo el misionero que tocasen (sino rarísima vez por particular favor y gracia) fuera de la iglesia ó en pieza señalada en casa del mismo padre, que servía ?ara escuela de música, 10s mismos padres y madres á por- fía llevaban al misioriero sus hijos, que se aficionaban 6 inclinaban á la música, queriendo aprender el canto y á tocar los instrumentos. "No perdi6 esta ocasión tan oportuna el misionero, que residía á la sazón en San Joaquín, que era el P. Manuel Uriarte. Este misionero, quc: por su ardiente celo de las almas, por el amor de la misión y por el de- seo de su mayor lustrc, sc aplicó tanto en todas partes á los ministerios de un varán apostólico, como vimos en los libros antecedentes, no tuvo por ajena, antes juzgó por muy propia de su ministerio la ejecución dc un medio tan proporcionado para los progresos de la misión. Promovi6 eficazmcntc en este pueblo, corno cabeza de Ea misión baja, los ejercicios de la música, animando continuamente 6 los niñas y atendiendo con la mayor vigilancia á que se hiciese bien la escuela, y á que se iormasen y adelantasen en la música, tanto !os niYios de su pueblo, como varios otros que le enviaban de Pevas, de Napranos y de San Regis, para aprender de los Omaguas. Cuidaba con iilucho esmero de todas estos niños escolares, y los sustentaba y proveia (3e todo lo necesario como si fuese un semi- nario puesto 6 su cargo y dircccíbn. De manera que al celo, vigilancia y Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.14, 1964

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